Una mujer de 64 años, residente en Las Palmas de Gran Canaria, ha interpuesto en los juzgados de Madrid una demanda contra los hijos del fallecido pintor zamorano Jesús Molina, de quien dice ser descendiente. Entre las pruebas que aporta, la mujer relata un “parecido físico considerable” y unas “cartas de amor que el pintor mandaba a la madre de la demandante” hace muchos años y en las que, indica el bufete que la representa, se habla de la existencia de una hija fruto de una relación extramatrimonial.
La demanda va dirigida a los dos hijos reconocidos de Molina al no poder ir contra el propio pintor, fallecido a finales de los sesenta. Madre e hija mantuvieron contacto, argumenta el bufete de abogados que representa a la mujer (Osuna), con el círculo más cercano al pintor, entre el que se encontraban personalidades como “Camilo José Cela o Enrique Tierno Galván”. “Solo las personas más cercanas a ellos conocían la relación, incluso en ciertas ocasiones salieron juntos, aunque actualmente la mayoría han fallecido”, apuntan fuentes del bufete.
Los letrados piden que el juzgado ordene al Instituto de Toxicología y Ciencias Forenses de Madrid que, “una vez abonadas por mi demandante las tasas que correspondan, señale fecha y hora para que el facultativo que se designe proceda a extraer” muestras biológicas de la mujer y de sus supuestos hermanos. Una prueba que “pericial de averiguación de paternidad” para cotejar después los resultados y poderse pronunciar sobre si ambos comparten el mismo padre biológico.
El bufete no renuncia a nada y asegura que, en caso de que los dos hijos reconocidos del pintor no quieran practicarse las pruebas, se proceda a la exhumación de Jesús Molina por parte de un forense del Instituto de Medicina Legal, para extraer después muestras de ADN y cotejarlas con las de la demandante. El pintor está enterrado en el Cementerio de La Almudena de Madrid.
La mujer solicita, de entrada, el reconocimiento de la condición de hija. Lo que no impide que, en caso de lograrlo, el siguiente paso fuera reclamar a sus supuestos hermanos la parte que le correspondería de la herencia del artista zamorano.
El artista
Jesús Molina no es un pintor ampliamente reconocido en la provincia de Zamora. Nacido en Cerecinos de Campos en 1903, Es uno de los pintores que participaron en el pabellón español de la Exposición Universal de París, en 1937, donde Picasso dio a conocer su «Guernica». La temprana muerte del pintor, en una etapa en la que la madurez le había llevado a una segunda juventud, plena de hallazgos e inquietudes, contribuyó a que su obra haya permanecido durante un tiempo olvidada.
Destacado dibujante ya desde la adolescencia, estudió en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, donde consiguió el respaldo de prestigiosos profesores, como Julio Romero de Torres o Mariano Benlliure; asimismo, asistió a las clases particulares de Álvarez de Sotomayor. Tras finalizar sus estudios, fue pensionado por el Ministerio de Estado para la Academia de España en Roma. Su beca en la Academia, desde 1932 a 1936, le permitió viajar por Europa y conocer las vanguardias pictóricas del momento, reafirmándose en su deseo de crear un arte que al mismo tiempo que fuera consecuencia del conocimiento de los clásicos aportase una visión novedosa y moderna.
A lo largo de su vida artística la pintura de Jesús Molina fue evolucionando, desde un estilo figurativo, con gran maestría del dibujo y técnica minuciosa de pincelada corta y delicada, en la primera época, pasando entre 1936 a 1939 por un expresionismo figurativo con gran utilización de colores apagados y gran fuerza realista en la composición, para reflejar mejor la carga emocional de las situaciones que presenta.
Al final de su vida tuvo una corta etapa abstracta compaginada con la post-impresionista, en la que el empaste es mayor y se nota el gusto por la pintura en su más autentica expresión. Jesús Molina compatibilizó siempre su sólida formación clásica con la búsqueda de un lenguaje propio, manteniéndose siempre fiel a la figuración, aunque en la etapa final de su vida pintase cuadros en los que la llevaba hasta sus límites fronterizos con el informalismo. Falleció en Madrid en 1968, donde fue enterrado.