Nueve de los 26 puestos con los que el mercado de abastos provisional de La Marina abrió el pasado estaban cerrados, algunos de ellos por problemas sobrevenidos (el motor de la cámara de frío de un puesto de carne falló cuando estaba todo el género preparado para abrir) y otros porque no tuvieron tiempo material de instalar todos sus instrumentos de trabajo por haber apurado hasta última hora su estancia en el Mercado de Abastos tradicional. «Todo estará resuelto durante esta semana», aseguró entonces el concejal de Promoción Económica, David Gago.
Cuestión cumplida. El aspecto del mercado de abastos de La Marina durante la mañana del viernes es el de un recinto que bulle actividad y que está colmando, al menos de entrada, las expectativas de los comerciantes. Lo primero que se observa es un cambio en los ritmos. En el mercado tradicional, la actividad decaía a partir de las doce de la mañana. En La Marina, sitio más céntrico, paso de muchas personas en el trayecto al trabajo o en el paseo matutino, la actividad se alarga bastante más. Aún más tarde de la una, el mercado estaba en la mañana del viernes literalmente lleno de compradores.
Los puestos están ya todos abiertos y funcionando con normalidad, lo que ya permite ver a las nuevas instalaciones operando a su máxima capacidad. El pleno funcionamiento del mercado llega, además, en el día en que las obras del edificio modernista han vivido un paso fundamental con la propuesta de adjudicación de la obra, que será para la UTE formada por Ingeniería Románica y Frisaqués salvo sorpresa mayúscula. Los trabajos supondrán un importante ahorro para las arcas municipales, ya que en lugar de los 4,9 millones de euros presupuestados, la obra saldrá por cuatro millones, con una baja de cerca del 19%.
El espacio
La carpa de La Marina sorprende desde la entrada, sobre todo si se accede desde la puerta que da al Miliario de Coomonte. Una amplia entrada recibe al visitante, con dos puestos de hortelanos a cada lado y un gran espacio diáfano en el centro establecido así por el arquitecto que ha comandado todo el proyecto, Porfirio Domínguez. Presente en la inauguración del miércoles, el arquitecto defendía que «más que una carpa, esto es un edificio». «La zona de entrada es especial en estos edificios de carácter público. Tiene que ser amplia para que, además de la actividad comercial propiamente dicha, puedan celebrarse aquí otros actos, como degustaciones o catas», añade.
A ambos lados del hall se sitúan cuatro puestos de hortelanos. De ahí el cliente discurre por dos amplios pasillos donde se intercalan pescaderías y carnicerías, con la zona del centro del mercado reservada para la fruta y las panaderías.