Antes de que el lince ibérico llegue a Zamora, un zamorano ha estado con el lince ibérico. El biólogo Andrés González Gómez ha trabajado recientemente, y durante dos años, en el centro de cría de esta especie en Zarza de Granadilla (Cáceres) y ha puesto «un granito de arena» en su conservación, un plan muy sofisticado que ha permitido pasar de una población estimada de unos 100 de estos animales en 2002 a superar los 1.600 apenas dos decenios después. Las reintroducciones planificadas han ido funcionando y las cifras han crecido exponencialmente, pero la maquinaria aún sigue en marcha.
De hecho, una parte de Zamora se encuentra entre los territorios evaluados recientemente para analizar la posibilidad de introducir aquí al lince. Almaraz de Duero, Andavías, La Hiniesta, Muelas del Pan, Pereruela, Roales, Villaseco del Pan y la capital se encuentran entre los municipios afectados y, además, la presencia de este animal tendrá influencia en Carbajales de Alba, Fonfría, Losacino, Moral de Sayago, Palacios del Pan, San Pedro de la Nave, Videmala y Villalcampo. Todo, si finalmente el desembarco se concreta.
«Yo creo que hay que pensar en una idea a largo plazo. Lo que se ha hecho es un estudio de viabilidad del territorio, se ha comprobado que hay un ecosistema acorde al lince, que tiene zonas de ocultación y altas densidades de conejo, que es fundamentalmente lo que depreda, pero queda tiempo para la llegada en sí», analiza el biólogo zamorano, que también está inmerso ahora en el proceso para acceder al profesorado mientras continúa con su tesis doctoral: «Estoy haciendo una investigación sobre el lobo», aclara.
Este animal es, precisamente, uno de los ámbitos de especialidad de González, que opina lo siguiente desde su conocimiento profesional: «Me choca que la Junta promueva la reintroducción, porque nos cuesta mucho convivir con el lobo, que es lo que tenemos de siempre, y queremos traer otro depredador apical como el lince. No sé si estamos preparados para eso», advierte el biólogo.
En ese punto, ante la pregunta de si el lince puede resultar tan dañino para las explotaciones en extensivo como el lobo, González apunta que «las ganaderías que tengan medidas de protección eficaces no se van a ver muy afectadas ni por el lince ni por el lobo ni por ningún depredador». «En general, con el lince ha habido muy poca conflictividad en los sitios por su baja densidad de población, pero puede pasar como con el oso, que a medida que ha ido aumentando en ciertas zonas se acerca más a los núcleos de población, va a los contenedores porque hay comida fácil o ataca a algunas colmenas», remarca González.
El experto matiza que «el lince no suele atacar a presas grandes», por una cuestión básica de tamaño, pero «sí se le ha visto depredar a crías de caprino o de ovino». «Tenemos que ser realistas y hay que hablar con los vecinos que van a convivir con esa especie. Habrá dueños de ganaderías que no estén de acuerdo, igual que el sector cinegético, así que antes de la reintroducción van a tener que hacer muchas campañas de concienciación», considera el biólogo zamorano.
El ecoturismo y el control de otras especies
En la parte positiva de la hipotética llegada de este animal a Zamora se encuentra «el tema económico, que es lo que mueve el mundo». El lince puede venir acompañado de «ecoturismo o turismo de observación», que suele dejar dinero en los territorios. «Luego, ecológicamente, los depredadores apicales suelen controlar la población de otras especies, como los zorros, los tejones o los meloncillos; tratan de eliminarlos para que no les quiten presas. Pero eso también lo hace el lobo, lo que pasa es que tiene mala prensa y el lince no genera polémica», opina González.
Por otro lado, el biólogo zamorano estima que «los linces toleran la presencia humana mejor que los zorros o los lobos, que son animales más huidizos». La especie que se pretende reintroducir «se suele ver bastante bien». Además, bajo el punto de vista de este experto, «no es peligroso para el hombre».
En todo caso, Andrés González insiste en la importancia de ser realistas: «A mi manera de ver, es muy complicado que los linces vayan a venir el año que viene. En principio, tardarán y todo tiene que hacerse bien. También aprender a convivir con los carnívoros, que es una asignatura que tenemos pendiente», asevera el biólogo, que desliza igualmente que lo más lógico sería empezar a introducir el lince en Castilla y León por Salamanca, para que «haya una conectividad con las poblaciones» que ya están en Cáceres.
200.000 euros por cría
Desde luego, el coste que tiene soltar un lince criado en cautividad y con los procesos genéticos previos acometidos exige darle más de una vuelta al asunto. Según González, cada ejemplar puede implicar una inversión de unos 200.000 euros. Si en Zamora se sueltan inicialmente cuatro o seis, como dicen los implicados que está previsto, con ellos llegará un desembolso en torno al millón. Convendrá cuidarlos.