«Existe una seguridad casi total de que los dinosaurios ya tenían rituales para cortejar». Las reglas del apareamiento cambian con la especie y con el paso del tiempo, pero permanecen en esencia como un rasgo distintivo del mundo animal. El biólogo salmantino Javier Sierro abordó este asunto en la última sesión del festival Pint of Science y citó «los instintos» como elementos decisivos en este proceso, aunque también como nexos entre lo que pueden hacer los pájaros o los insectos y los movimientos que ejecutan los mamíferos. Sí, con los humanos incluidos, aunque siempre con el matiz del raciocinio.
Con el bar Marlott como escenario y con cervezas de por medio, como marca la liturgia de este evento a medio camino entre la conversación de barra y la conferencia científica, Sierro puso sobre la mesa este tema, entretenido para el público general, pero habitualmente desconocido: «Todo depende un poco de cómo se estructuren los animales. Es decir, si hablamos de unas especies en las que los ejemplares van juntos o de otras en las que están dispersos. En función de eso, cambia lo que tienes que hacer para atraer a la pareja», deslizó el biólogo.
Eso sí, el punto en común de todos los rituales reside en «la demostración de la calidad del organismo, del sistema nervioso y muscular». «Y todo eso se sintetiza muchas veces en un solo baile», aclaró el experto, formado en la materia en países como Islandia, Holanda, Austria o Inglaterra, y trabajador en su día del Museo de Ciencias en Madrid. «Los comportamientos cotidianos muchas veces se estandarizan con esa función comunicativa», apostilló.
El canto de los pájaros y la percusión de las arañas
En el caso concreto de Sierro, su especialidad está en el canto de los pájaros como elemento de atracción, «algo que no se ve, sino que se oye». «Es un ejercicio casi gimnástico», abundó el biólogo, que centró parte de su discurso en las «cuerdas vocales» que tienen las aves y que les permiten emitir «tres o cuatro sonidos superpuestos» que en ocasiones se vinculan a este tipo de procesos de apareamiento.
Igualmente, entre los animales de menor tamaño, existen técnicas como «las vibraciones o señales sísmicas que se propagan por el suelo» y que sirven como ritual de cortejo para los insectos: «Algunas arañas incluyen tamborileos que nosotros no somos capaces de percibir directamente, pero que, una vez grabados, se ven casi como un concierto de percusión», insistió Sierro.
La pasión de este biólogo se desarrolló en base a una inquietud por observar a los animales en sus escenarios de comportamiento más primarios, «y la parte del cortejo es algo fundamental en su ciclo vital». Eso quiere decir que el éxito o el fracaso en el proceso también condiciona su bienestar: «Hay frustración cuando las cosas no salen bien», admitió Sierro.
En esa línea, el experto relacionó el comportamiento de los animales con el de los humanos, desde la óptica de la importancia de «los instintos». «A veces, nos queremos autoengañar, pero hay algo que está ahí. Nacemos con ello y nos surge de dentro ese instinto hacia la reproducción», recalcó Sierro.
El baile, el deporte o la música
«Al final, en nuestra sociedad, el espectáculo gira mucho en torno a rituales que tienen que ver con este fundamento de demostrar tu capacidad motora y tu sistema cardiovascular. Puede ser el baile, el deporte o la música. Todo ello requiere unas habilidades entrenadas que demuestran una calidad del organismo en su conjunto», zanjó Sierro. Es decir, no somos tan diferentes ni hemos cambiado tanto. Lo dice la ciencia: ligamos como animales.