– «Pero si está fantástico».
Marta y Luis son una pareja de jubilados que entra al filo de las diez y media de la mañana al nuevo mercado de abastos provisional, instalado en la plaza de La Marina mientras duren las obras del edificio modernista. Lo menos, dos años. Una pareja que reside por la zona y que reconoce que no es asidua de los puestos del mercado, «más que nada porque está lejos» de donde viven y porque «en Las Tres Cruces también lo tenemos todo a mano». Aunque ahora, con la nueva ubicación del mercado, «alguna vez más vendremos», asegura él, pragmático, mientras observa los puestos de los hortelanos.
En la inauguración del mercado ha habido de todo. Parejas, como la de Luis y Marta, que no suelen comprar a estos comerciantes y que hoy sí lo iban a hacer. Curiosos, que ni compraban antes ni lo harán ahora y pasan simplemente a mirar. Y, sobre todo, clientes fieles que ya iban en el edificio tradicional y que ahora cambian un poco el paso para desplazarse a La Marina. No hay más que ver las caras a la entrada para darse cuenta de a qué grupo pertenece cada cual, y son los más los que entran buscando el puesto de su tendero de confianza.
La carpa de La Marina sorprende desde la entrada, sobre todo si se accede desde la puerta que da al Miliario de Coomonte. Una amplia entrada recibe al visitante, con dos puestos de hortelanos a cada lado y un gran espacio diáfano en el centro establecido así por el arquitecto que ha comandado todo el proyecto, Porfirio Domínguez, presente hoy en la apertura. «Más que una carpa, esto es un edificio», asegura Domínguez. «La zona de entrada es especial en estos edificios de carácter público. Tiene que ser amplia para que, además de la actividad comercial propiamente dicha, puedan celebrarse aquí otros actos, como degustaciones o catas», añade.
A ambos lados de ese espacio diáfano se ubican cuatro puestos de hortelanos. La incombustible Aurora Blanco se sitúa a la izquierda y, a sus más de cuarenta años de oficio, prevé que esta sea su última ubicación. «Yo creo que al mercado ya no vuelvo. Dicen que son dos años, pero échale dos más por lo menos», asegura mientras despacha a un conocido cliente. «Calla, que tú aquí vas a estar mejor, que en la marquesina estabas con la estufa». «A ver si cuando llegue el invierno funciona la calefacción», responde Aurora.
De ahí el cliente discurre por dos amplios pasillos donde se intercalan pescaderías y carnicerías, con la zona del centro del mercado reservada para la fruta y las panaderías. Antonio Vega, pescadero, celebra la buena afluencia de público en el estreno y espera que la tendencia se mantenga. «Lo habíamos visto sin montar, pero así, funcionando, queda incluso mejor. Está muy bien, y sobre todo muy bien situado», asegura el comerciante.
Puestos vacíos
En el nuevo mercado habrá 26 puestos. Hay cuatro hortelanos, que están todos. Y, de los otros 22, hay nueve puestos cerrados. Problemas de última hora, aseguran los comerciantes, que han impedido que las máquinas estén funcionando a pleno rendimiento el día del estreno. Lo cierto es que los industriales que prefirieron adelantar el proceso y cerrar hace varios días sus puestos en el mercado han arrancado con normalidad, mientras que los que apuraron hasta finales de la semana pasada han tenido más problemas para comenzar su actividad.
Cuestiones, en todo caso, menores, ya que el cien por cien de los puestos estará operativo cuando acabe esta semana y cuando la actividad se normalice, con todos los clientes ya sabiendo dónde está su puesto de confianza. Tiempo hay para aprenderlo. Como mínimo, hasta el año 2026.