120 años. Eso es lo que ha durado el Mercado de Abastos de Zamora tal y como lo ideó Segundo Viloria. El mercado, que permanece prácticamente invariable desde que se abriera al público, cierra hoy por un periodo de dos años, el más largo que se recuerda. Y lo hace, caprichos del calendario, justo en el día de su cumpleaños.
El 11 de mayo de 1904 Zamora inauguraba una infraestructura pionera en la época, de primera talla nacional. Hoy, 120 años después, la obra de Viloria baja la trapa para retornar, renovada, dentro de dos años. Hoy, pero en 1904, el obispo de Zamora bendecía el edificio, que abría al público llamándose Mercado de El Salvador, en un acto que concluyó con convite a cigarrillos, pastas y licores a los asistentes, con posterior actuación de la Banda del Regimiento de Toledo. Este sábado, el mercado cerrará con un sencillo acto, poniendo un punto y seguido a su trayectoria.
Buen momento, por tanto, para hacer un poco de historia del edificio. El Mercado de Abastos de Zamora se asienta sobre la antigua iglesia de San Salvador de la Vid (mismo nombre con el que abre el mercado) en la llamada entonces plaza del Carbón. La iglesia no tenía culto desde 1895 por su evidente mal estado y en 1898 el Ayuntamiento de Zamora aprueba su demolición a cambio de una permuta. La iglesia cede a Zamora el solar sobre el que se levantaba el templo y Zamora renuncia a la servidumbre que poseía sobre la torre de la iglesia de San Juan, en la Plaza Mayor.
El Mercado de Abastos lo construyen los vecinos a través de una especie de cuestación popular. Los benefactores contratan a Segundo Viloria, que realiza varias propuestas hasta dar con el diseño definitivo, el que hoy se mantiene. Algo más de mil metros cuadrados, ochenta puestos, un piso para vender y otro para guardar género. Idea que no sale tal y como estaba pensada, como demuestra el hecho de que las dos plantas se han usado para la venta desde las primeras etapas, si bien la baja cumplió su función de almacén durante algunos años.
Obras anteriores
Uno de los cambios fundamentales se lleva a cabo en los años treinta, con la instalación de la marquesina en la que ahora se ubican los hortelanos de la zona, que ofrecen sus verduras y hortalizas de temporada. La pintura, nueva pavimentación, extracción de aire, saneamiento y la renovación de la carpintería se acometen en los sesenta.
De piedra, ladrillo, hierro y con una gran cristalera característica, el Mercado de Abastos ha permanecido prácticamente inalterable al paso de los años. Infraestructuras semejantes de muchos puntos de España se han transformado, dejando de lado la idea con la que fueron creadas y convirtiéndose más en puntos atractivos para el turista, más centrados en la hostelería que en el comercio. No es el caso de Zamora. El mercado forma parte indudable de la ruta modernista, pero su función principal es la misma con la que se inauguró: proveer de productos locales y de calidad a los vecinos de Zamora.
Cuestión que no quiere decir que el mercado no haya visto cambiar a la sociedad. Los puestos vacíos en la última etapa se contaban por decenas, y el aspecto general de la infraestructura es la de un edificio antiguo que necesita una remodelación urgente. Lo sabe el Ayuntamiento, que acomete una obra de más de cinco millones de euros, y lo saben los comerciantes, que se trasladarán temporalmente a una carpa en La Marina, un lugar que les gusta por ser incluso más céntrico que el edificio modernista.
La nueva obra
La obra que ahora se proyecta es con diferencia la más ambiciosa de las que se han llevado a cabo en el edificio y afecta también a la propia plaza del Mercado, donde el peatón ganará espacio de uso y los coches tendrán acotada, aún más, la circulación, que quedará prácticamente reservada para los comerciantes y los repartidores. Dentro, habrá 24 puestos en la parte de arriba y once abajo, donde además habrá espacio para almacenes y, en la tendencia que marcan otras capitales españolas, un local de hostelería. La planta primera tendrá también una zona habilitada para catas, eventos o presentaciones.