El estrés laboral, y la ansiedad que de él deriva, es la «enfermedad de este siglo». En un mundo en el que la salud mental ha cobrado un protagonismo creciente, son cada vez más las personas que logran identificar que un mal ambiente de trabajo, «que puede sobrepasar», afecta a su vida diaria de forma importante y obliga a poner pie en pared. «Hablamos de irritación, de enfado, de mal humor, de apatía. Se ven alteradas las pautas de sueño, tardamos mucho en dormir o estamos siempre cansados. Se altera la capacidad de concentración y afecta al hambre, dejando de comer o comiendo de forma compulsiva». Cuestiones que hoy deben ponerse sobre la mesa.
Las psicólogas zamoranas Marta Sánchez y Bárbara Clavo, especializadas en tratar este tipo de patologías, ponen el foco en una doble vertiente. Primero, en la persona. Segundo, en el trabajo. Y lanzan un mensaje, y es que no hay personas más o menos predispuestas a sufrir estrés en el trabajo de la misma manera que no hay ocupaciones mejores o peores. «Un ambiente laboral con un jefe poco democrático, demasiado impositivo o que carga a una persona con tareas excesivas es un ambiente laboral estresante. Aunque, dentro de eso, hay personas que superan mejor estas cuestiones que otras. El estrés surge cuando una persona se ve sobrepasada», asegura Marta Sánchez
Coincide Bárbara Clavo, que apunta pese a todo que los trabajos relacionados con la atención al público pueden convertirse en ocupaciones más estresantes. Como las que conllevan tratar con un elevado número de compañeros. «No es que sea más estresante, es que hay más posibles factores a tener en cuenta. De la misma manera, un empleo en el que esté uno solo y la responsabilidad recaiga sobre él también puede tener estas consecuencias», apunta la psicóloga zamorana.
Las consecuencias, apuntan las dos especialistas, pueden ser complicadas. Para Clavo, que asegura que el estrés es «la enfermedad de este siglo», vivir con ansiedad no es vivir. «Se malvive. Puede llegar a ser incapacitante para la persona», apunta. «Afecta de forma crucial a tus relaciones, a tu día a día», apostilla su compañera. «La ansiedad le va comiendo terreno a todo, no para. Se mete en la vida personal, familiar, en el ocio, en los amigos. En todos los ámbitos». Puede acabar después en otros trastornos, ya sean mentales (depresión) o físicos. De hecho, apunta Bárbara Clavo, una de las manifestaciones más típicas del estrés es «la sensación de entumecimiento en manos y pies por una respiración que no está ajustada, que puede derivar en cuestiones pulmonares y en dolores frecuentes de cabeza».
Síntomas que se dilatan en el tiempo
«Estar hasta las narices del trabajo no es tener estrés». Parece una obviedad, pero conviene recordarlo, como hace Marta Sánchez. «En el trabajo todos soportamos estrés, la cuestión es poderlo llevar. Cuando tenemos los síntomas antes descritos y se prolongan en el tiempo, estaremos posiblemente hablando de estrés laboral», una patología que tarda en curar, como demuestra que las bajas por estas cuestiones se encuentran siempre entre las de más larga duración, según las estadísticas.
Para Bárbara Clavo, el momento de pedir ayuda es «cuando ves que los síntomas que decíamos interfieren en tu vida diaria, cuando se alargan en el tiempo y el malestar no desaparece». También cuando los pensamientos sobre el trabajo son siempre malos y casi nunca buenos. «No quiero ir, me van a echar la bronca, no voy a ser capaz de hacerlo, no puedo trabajar con los compañeros…». Incluso cuando el trabajo se cuela siempre en las conversaciones familiares o de amigos. «El monotema, sucede a veces, afecta a las relaciones personales», apostilla Marta Sánchez.
«Todavía es un tema tabú»
Las redes sociales nunca son un reflejo fiel de la sociedad pero, en este caso, si cabe todavía menos. Aunque parezca que la salud mental ha salido del armario, las dos expertas consultadas coinciden en que todavía queda camino por andar. «La conversación en redes, muchas veces, estigmatiza aún más la salud mental, que no está normalizada», añade Sánchez. «Sin embargo, nadie se presenta a un puesto de trabajo y menciona que ha tenido alguna baja por depresión, porque sabe que no le contratarán. Todos tenemos miedo a mostrar debilidad y consideramos que preocuparnos por la salud mental es mostrar debilidad. Muchas veces, es algo que ni se habla con la familia o amigos».
Coincide Bárbara Clavo, que habla de «estigma» a conversar en público de temas familiares, personales o íntimos. Con todo, la psicóloga celebra que la sociedad haya otorgado un papel de primera línea a la salud mental, hasta hace no tanto escondida detrás de muchas capas de silencios. «Ahora la gente se preocupa más, como muestra que la figura del psicólogo sea cada vez más importante en algunas empresas», reflexiona.
La carta de Pedro Sánchez y la importancia de visibilizar
Inevitablemente, la carta publicada una semana antes de esta charla por el presidente del Gobierno se cuela en la conversación. Ambas, Sánchez y Clavo, aseguran que situaciones como la de los últimos días, que han servido para «visibilizar los límites de una persona», son beneficiosas. «Las personas que trabajan en primera línea en cargos públicos soportan niveles de estrés muy altos, y en este sentido es importante poner los sentimientos en primer lugar y reflexionar hasta dónde podemos aguantar», apostilla Clavo.
Para Sánchez «estamos ante la primera ocasión en la que un presidente del Gobierno ha permitido ver que detrás del cargo hay una persona, que todos tenemos una vida personal que se ve afectada y que todos tenemos fragilidades. Incluso dentro de nuestro trabajo tenemos limitaciones y es la primera vez que un presidente habla de sentimientos y pone la relación con su mujer en la primera línea».
Un problema creciente
El estrés laboral siempre ha estado presente en el trabajo, sin embargo está incrementando su intensidad e incidencia debido a las nuevas formas de organización del trabajo y de relaciones sociolaborales. Según datos de Eurostat, el estrés es el segundo problema de salud más frecuente entre los trabajadores tras los trastornos musculoesqueléticos. Por ello también está aumentando la sensibilización, a nivel internacional, sobre la necesidad de actuar frente al estrés en el trabajo.
La sobrecarga en el trabajo y la falta de control, que incluye el ritmo de trabajo impuesto, como fundamentales en la generación de estrés.