Este año le tocó al médico. Los mozos de Grisuela aprovecharon el carácter más o menos mediático y el reciente papel televisivo del facultativo que ha atendido a la localidad en los últimos tiempos para caracterizar al mayo con su imagen. Desde esta madrugada, los vecinos pueden observar el muñeco ubicado en la punta de arriba del tronco de pino cogido del monte para la causa, hacer chascarrillo y comprobar cómo la tradición sigue viva, que al fin y al cabo es lo que importa.
En realidad, en este primer día del mes, muchos pueblos de Zamora han amanecido con sorpresas de esta índole. En algunos sitios, los quintos del año correspondiente; en otros, como en Grisuela, simplemente los mozos; y en algunos más todos quienes han querido echar una mano han puesto el mayo, una especie de rito de paso asociado a esta jornada que suele venir acompañada de una fiesta para los que participan.
En el caso de Grisuela, los implicados en el ritual son los mozos de entre 17 y 30 años. La horquilla de edad es más o menos abierta, pero solo participan los varones. El pueblo de Aliste juntó este año a una docena de muchachos que marcharon al monte a cortar un pino, pensaron la idea del muñeco y la plasmaron para subirlo a la punta de arriba del madero con la ayuda de una pala.
Antiguamente, la caracterización del muñeco en Grisuela siempre era como un labrador, pues se entendía que era entonces «cuando empezaba su época». Ahora, de un tiempo a esta parte, los mozos han optado por la originalidad en sus diseños: en 2023, colocaron un ciclista; antes habían elevado a una pareja de trabajadores del campo; esta vez, la idea del médico ha surgido sola: «Es de esos sin MIR, muy jovencito, también es modelo y hemos oído que se va a marchar», apuntan desde la localidad.
Un pueblo «muy unido»
A la curiosidad del pueblo ha contribuido el hecho de ver al sanitario por la tele en actitudes bastante distintas a las que muestra en la consulta, por lo que ese revuelo generado por la circunstancia ha servido para idear la imagen del mayo de 2024 en un pueblo «muy unido», que apenas cuenta con 80 habitantes en invierno, pero que se dinamiza durante los fines de semana y en las fechas clave del verano. Como muchos otros por estos lares.
Ahora, en Grisuela también se ha creado una asociación que aspira a encauzar toda esa voluntad por que el pueblo sea algo vivo, con tradiciones como las del mayo todavía en pie, como símbolo no solo de la ejecución de un ritual de paso, sino de que sus gentes pelean por conservar lo que tienen.