Doce y media de la mañana del sábado 20 de abril en Viriato: un sol amable que no castiga, música folklórica de fondo y, en el centro, decenas de puestos con piezas textiles y de joyería creadas con mimo, cuidadas al máximo y con las recetas heredadas de quienes algún día lo aprendieron todo de sus antepasados. Un trabajo de generación en generación. El foro de artesanos del festival Florido Jardín viste este fin de semana a la plaza con la indumentaria tradicional. Ya sea de Sayago, de Aliste o de Tierra de Campos, e incluso de León Burgos o Zaragoza.
Durante este sábado y la mañana del domingo, los puestos permanecerán abiertos para los vecinos que quieran ver, tocar o comprar, al pie del epicentro de los desfiles y los eventos del festival, que se ubica en el Teatro Ramos Carrión, y a la vera igualmente de las exposiciones que acoge el liceo y de la muestra que se encuentra en la sala de La Encarnación, vinculada a la obra de Ricardo Segundo.
En una de las zonas del foro, en la parte más alejada de la estatua que da nombre a la plaza, las mujeres de la Agrupación Belenista La Morana trabajan en directo sobre un traje de Carbajales. Lo suyo no es para vender, sino para mostrar al público el detalle y el paso a paso de la creación de una pieza. El colectivo es el organizador de Florido Jardín y ejerce como tal en el espacio de Viriato.
Por allí se encuentran mujeres como Emi Rodríguez o Nieves Fernández, que atienden a la gente, colaboran en la labor y lucen las camisetas del festival, que este año también se venden «para que la gente tenga un recuerdo». Así, con su verde brillante, las dos explican que los visitantes pueden encontrar en los puestos de la plaza prendas como mantones, pañuelos o camisas, pero también abalorios o piezas de joyería: «Hay mucha variedad y es todo artesanía», aclaran.
Fernández destaca que «la gente viene cada año más» y que «el festival le está dando un importante auge a la indumentaria tradicional». Incluso, está traspasando fronteras gracias a las actuaciones que hay en el Teatro Ramos Carrión», defiende esta componente de La Morana, que menciona el carácter internacional del evento.
Respuesta del público
Lo cierto es que, mientras sus compañeras se afanan en el bordado, la plaza se ha puesto de bote en bote. La amabilidad del día anima al paseo por el casco antiguo y, por allí, una mezcla de zamoranos, turistas y personas que han venido a propósito al festival se va deteniendo en los stands.
Los vendedores apenas tienen respiro mientras enseñan sus creaciones, charlan con la clientela potencial y dan explicaciones sobre unas técnicas cuya conservación está en la esencia de este festival de indumentaria que cumple su cuarta edición en Zamora.