En el año 2012, Javier Ferrero accedió a la presidencia de la Junta de Montes de Valparaíso, una localidad de La Carballeda ubicada a un paso de Mombuey. En 2013, ya tenía en marcha el proyecto de las rutas: «Empecé haciendo dos o tres carteles para señalizar caminos como el de La Muela, Cubillas o La Veiga. Claro, yo antes tenía más tiempo», recuerda este arquitecto que, once años más tarde de aquellos pasos iniciales, narra el proceso con varios folletos delante que muestran la realidad de una tarea casi completa.
Y eso que, por entonces, la idea de señalizar y definir rutas concretas alrededor de su pueblo era «un poco como hacer castillos en el aire». «Pero me gustaba, lo veía en otros sitios», subraya Ferrero, que tenía en mente, además, un objetivo más profundo que la propia habilitación de los caminos para el paseo o la exploración de lugareños y visitantes: «Me parecía importante por conservar toda la toponimia».
Ferrero dominaba ya, por entonces, un mapa fechado en 1902 en el que aparecían los caminos: «Algunos nombres habían cambiado y las cosas se llamaban de otra manera», indica el arquitecto, que se topó entonces con gente que le aseguraba que su proyecto «era una tontería». «Me decían: ya sabemos cómo se llaman los caminos. Y yo les respondía: ya, tú sí, pero tus nietos no», rememora el vecino de Valparaíso, que trazó las rutas poco a poco y que inició un trabajo «relajado», que «ha llevado mucho tiempo», pero que se ha podido hacer a su manera: «tranquilamente».
El asunto se aceleró un poco en el año previo a la pandemia, cuando una mujer que había ido al pueblo para restaurar unos retablos decidió quedarse a vivir en la localidad: «La contraté para hacer el resto de la cartelería que se estuvo colocando por la zona», aclara Ferrero. Ya en 2022, otro trabajador se dedicó a desbrozar, limpiar y terminar de perfilar las rutas: «Las marcamos con colores y las posteamos», subraya Ferrero.
La promoción de las rutas
Lo que quedaba entonces era la promoción de las seis rutas que, finalmente, habían salido adelante de la mano de esta iniciativa. Ahí apareció Montse Ferrero, hermana de Javier, diseñadora gráfica y residente también en Valparaíso. Es decir, la persona idónea para elaborar unos folletos que ahora se están distribuyendo por Puebla de Sanabria, Villardeciervos o Zamora como otro recurso turístico más. Y es que estos itinerarios no solo buscan mejorar los paseos de los vecinos; también aspiran a que la gente de fuera se anime a conocer un entorno que los Ferrero perciben como privilegiado.
Montse destaca que las seis rutas que se han creado están «balizadas, señalizadas y ubicadas en un mapa muy sencillo». Todas parten de la sede de la asociación Los Payerotes y todas regresan al mismo punto: cinco de ellas son circulares y la otra de ida y de vuelta. Las más largas apenas tienen seis o siete kilómetros y la blanca, la más usada a diario, presenta un trazado de 2,5 kilómetros alrededor del pantano, que en estas semanas muestra una imagen particularmente llamativa.
La diseñadora de los carteles y los folletos matiza que hacer estas rutas «no es como ir, por ejemplo, a Sotillo«, en una ruta que busca un destino concreto: «Aquí es más para disfrutar del entorno. Uno de ellos te lleva a una playa muy bonita; otros tienen lugares para llevar la merienda; hay alguno que es mejor para la época de la berrea… Cada cual tiene su encanto», considera Montse Ferrero, que también ha marcado en sus mapas dónde están las fuentes o qué tipo de flora o fauna puede hallar el visitante.
«Para ver a los ciervos casi no hay que salir del pueblo, porque se nos meten aquí directamente», se resigna su hermano Javier, que aspira a completar todo este proyecto de rutas en Valparaíso con la instalación de mesas de merendero para que la gente pueda hacer un alto en el camino y apreciar todo lo que tiene a su alrededor desde un asiento, con la comida y sin prisa, como se disfrutan las cosas.