Son algo más de las doce del mediodía del Lunes de Aguas en la Bóveda de Toro y Carlos, Claudio y Betto esperan pacientes a escasos metros de la iglesia del pueblo. Llueve, así que es posible que la romería no se celebre. Atienden a todo lo que pasa alrededor, a la música, a las carrozas de los jóvenes y a la salida de la Virgen del templo del pueblo. Esperan a unos paisanos que cantan en el coro. Nada raro, nada que no hagan el resto de los vecinos del pueblo. Lo que sucede es para estas tres personas, como para otros diez habitantes más del pueblo, esta es su primera romería.
Claudio, Betto y Carlos son parte de la cada vez más numerosa colonia peruana que se ha asentado en La Bóveda de Toro. Un grupo compuesto en su mayoría por hombres que han llegado a España en busca de un trabajo que les ofrezca unas mejores condiciones de vida que las que tenían en su país de origen. Un país al que, pese a todo, miran con enorme nostalgia. Prácticamente todos los peruanos que ahora han llegado a La Bóveda dejan atrás a mujer e hijos con la esperanza de volverse a reunir con ellos dentro de unos meses.
«Es complicado, porque para poder optar a la reunificación familiar tenemos que llevar varios meses en España, al menos un año con trabajo, y muchos todavía no llevamos tanto tiempo aquí», asegura uno de los peruanos en conversación mientras esperan el inicio de la romería que se suspendió. «No queremos correr, hemos trabajado mucho para llegar aquí y ahora no vamos a echarlo a perder todo por no saber esperar unas semanas», asegura Carlos con una mezcla de paciencia y resignación.
La Bóveda de Toro ha sido capaz de ofrecer a estas personas «cosas que ustedes los españoles no veis», apuntan mientras subrayan «lo bien que se vive en Zamora». Todos trabajan, en una empresa de la zona, Grupo CT. «Viajamos mucho y vemos lo que hay en otras zonas de España. Creánse que aquí se vive mejor», apunta otro miembro del grupo, que va creciendo conforme pasan los minutos, animado por la charla. La integración, indican, «ha sido buena», la gente del pueblo «es muy tranquila y nos ha recibido muy bien», celebran.
Población extranjera
Los últimos datos del INE indican que en Zamora residen, a fecha de 2022, 9.746 extranjeros. De ellos, hay 266 peruanos que cuentan ya con el permiso de nacionalidad y que están cansados en sus respectivos municipios de residencia. No es, por lo tanto, un país que destaque por enviar a Zamora grandes cifras de población, por eso es aún más llamativo que un grupo de hombres que reconoce «no conocerse de antes» y que llegan desde distintos puntos del país sudamericano hayan escogido La Bóveda de Toro para llevar a cabo su proyecto de vida en el corto plazo. «Una vez vino el primero ya se va comentando, hay amigos, familiares, te enteras de que aquí hay trabajo… Pero, de entrada, nosotros no nos conocíamos», relatan los nuevos vecinos de la localidad.
En Zamora, la cifra de extranjeros ha crecido de forma importante en los últimos años. Ahora el seis por ciento de la población «oficial» de la provincia es de origen extranjero, un porcentaje que es seguro más alto porque personas como las que ahora viven en la Guareña todavía no forman parte de los datos que elabora el INE. La cifra de extranjeros residentes tocó suelo en enero de 2018, con 8.871 personas, y ha aumentado año tras año desde entonces. También lo ha hecho su peso en la cifra total de residentes en la provincia, de forma que es innegable decir que, de no ser por los ciudadanos venidos de fuera, la sangría demográfica sería todavía más acentuada en Zamora.
En el caso concreto de La Bóveda de Toro, la creciente colonia peruana podría poner un tapón al agujero demográfico que vive el pueblo. En los últimos años, la pérdida de población es continua a lo largo de los años. Solo en la última década la localidad ha pasado de tener 820 vecinos a menos de setecientos. La cifra de extranjeros, que hace una década superaba las cuarenta personas, también se ha reducido (de nuevo, a falta de la incorporación de unos peruanos que aspiran a asentarse en el pueblo).