El calor más fuerte en lo que va de año golpea sobre Montamarta con toda la fuerza que le permite abril. El sol se expande sin nubes que le tapen el paso y obliga a los paisanos a buscar la sombra de las construcciones si quieren evitar una insolación primaveral. Conocedores del riesgo, varios hombres jubilados optan por apostarse bajo la pared del pabellón para evitar esos males y para mirar de paso el embalse. Visto desde su perspectiva, da la sensación de que un Zangarrón extemporáneo podría acceder a nado a la zona de la ermita, y es que el agua cubre gran parte del terreno que abarca la vista y cambia la estampa del pueblo.
Los vecinos comentan la jugada conscientes de la belleza que le proporciona a Montamarta el embalse a esta altura. Uno de ellos, Manolo Coca, admite que la masa de agua «le da otra vida al pueblo», aunque subraya que «aún no llega a los niveles de antaño». El vecino se gira y señala a la calle que conduce al interior de la localidad: «Eso se inundaba, pero de esos tiempos vosotros no os acordáis», desliza.
La imagen de Montamarta lleva más de una semana adornada por la influencia de un embalse muy alto, como decenas de pueblos de Zamora en realidad. Las lluvias del final del invierno y del principio de la primavera han provocado una subida del agua en todos los territorios donde hay pantanos, y la provincia está plagada de ellos. Ahora, los días de sol y los primeros calores ayudan para generar unos entornos atractivos para los turistas y los curiosos, llamativos para los fotógrafos y propicios para los pescadores.
En concreto, en los pueblos por los que cruza el embalse de Ricobayo, tan citado por lo negativo en 2021, la zona se ha transformado en una postal kilométrica, con vegetación y mucha fauna que ha llegado al abrigo de las grandes masas de agua. En los pueblos y en los caminos, los vecinos entablan debates sin inquina sobre el nombre de los pájaros cuyos sonidos inundan el ambiente y se preguntan «por qué no podrá estar esto así todo el año».
En la carretera que va de Andavías a Palacios del Pan, las gentes salen al paseo, hacen fotos con el móvil y admiran el panorama ante una zona que, en determinados años, no ve el agua en ninguna estación. De hecho, los lugareños apuntan que ya llevaban unas cuantas primaveras sin que el embalse alcanzara tales cotas. A algún agricultor más despistado de la cuenta le ha pillado hasta desprevenido, a juzgar por las pacas que emergen de vez en cuando cerca de una de las orillas.
Por allí cerca, bajo la protección de una sombrilla, Teo Rodrigo comparte el tiempo con un compañero de fatigas y de pesca: «No nos verás sacar ningún barbo, pero aquí se está muy a gusto de cháchara», indica el vecino. En otro de los puntos del entorno bañados por el agua, a la vista desde la posición de estos dos hombres, Francisco y Ángel practican el mismo deporte desde la comodidad de la parte trasera de una furgoneta. En su ubicación, normalmente está el inicio del camino que sube al cementerio nuevo de Palacios. Ahora, todo está anegado.
Más adelante, las casas con vistas al embalse que se sitúan entre el propio Palacios y Manzanal del Barco se han convertido ahora en miradores privilegiados, como algunas zonas anteriores al puente donde los coches pueden parar. Por allí se encuentran árboles que apenas emergen un palmo, con el resto de su estructura cubierta, y se atisban ya las imágenes de los viaductos modernos. Para ver el resto hay que bucear.
Algo más lejos, en la carretera casi en desuso donde habitualmente puede estacionar una fila importante de vehículos para contemplar el viaducto Martín Gil desde la salida del puente de Manzanal en dirección al pueblo, el agua ya solo permite el aparcamiento de una hilera pequeña. El resto de la calzada está cubierta, y así se repite en todas las zonas afectadas por el paso del embalse.
Con este panorama, ya el fin de semana pasado, y particularmente el domingo, el entorno se convirtió en una pequeña romería. La gente acudió a la llamada de unos paisajes tan fotogénicos como efímeros, y es que los que conocen la zona saben que el embalse puede bajar en cualquier momento. Mientras tanto, queda disfrutar.