«Creemos que sigue habiendo un estigma». María Soledad Alegre lo tiene claro: «Falta creer más en la escuela rural. Nosotros defendemos eso y alzamos la voz, porque pensamos que es un motor de desarrollo. Si en un pueblo hay un colegio, ese pueblo va a crecer», señala la presidenta de la Confederación de Federaciones de Ampas de Centros Públicos de Castilla y León (Confapacal), un colectivo que, desde este viernes, organiza un encuentro en Puebla de Sanabria orientado precisamente a reforzar esa idea.
La cita constituye el tercer Encuentro Regional en Defensa de la Escuela Rural, y aspira a dar visibilidad al «potencial» de estos colegios situados en los sitios pequeños, que muchas veces se convierten en «una oportunidad para la innovación docente», en un ejemplo de «cercanía con el alumnado» y en unos espacios de conexión «intergeneracional» que son más difíciles de crear en las ciudades.
«La escuela rural tiene ventajas para todas las partes: a las familias, nos da mucho por la cercanía y por el apoyo que reciben nuestros hijos; a ellos les da la posibilidad de educarse en un entorno amable, ecológico y cargado de oportunidades; y a los docentes les ofrece la opción de hacer cosas que, con 27 alumnos en una clase, no son posibles», argumenta Alegre, que asegura que «la mayor parte de las acciones de innovación educativa se desarrollan en el medio rural».
A pesar de todo esto, desde todas las patas que sujetan la mesa de la Educación, todavía existen reticencias a la hora de defender este modelo. Y lo primero, según Alegre, es concienciar a los docentes de las bondades de tener destinos como este, que «no son condenas, sino que pueden ser totalmente deseables». La representante de las Ampas mira aquí a la Universidad y aboga por que implante «una formación específica sobre la escuela rural».
Para Alegre, un colegio en un pueblo pequeño «no es un destino más», sino «un trabajo muy concreto» para el que se requiere una preparación particular. Por eso, las instituciones educativas superiores estarán representadas en el encuentro de Puebla, de la misma manera que acudirán los sindicatos. En su caso, desde la óptica de que hacen falta «incentivos, apoyos y facilidades» para que el docente que esta en un lugar pequeño «quiera mantener esa plaza». «Es muy importante que haya un profesorado estable», concede la representante del colectivo.
Rechazo al criterio de rentabilidad
El encuentro, que contará con varias ponencias, mesas redondas y foros de debate durante este viernes y a lo largo también del sábado, implicará igualmente a las instituciones y buscará convencer a la clase política de que «mantener una escuela en un pueblo es vital». De ahí que, bajo la óptica de Alegre, no valga con mantener los centros abiertos cuando solo hay tres alumnos, «que está muy bien», también se hace preciso «fomentar que esas escuelas tengan más gente y apoyarlas de manera incondicional».
«Todo esto se tiene que hacer a pesar de que no sea rentable económicamente. Si no apuestas a coste negativo, hay servicios que no se van a mantener», argumenta la representante de Confapacal, que lamenta que muchas veces «solo se hacen cálculos matemáticos». «Hace falta una apuesta explícita. No decimos que en todos los pueblos haya una escuela, pero sí que a una distancia más o menos cercana se encuentre un centro que esté bien en todos los sentidos. Hablamos de facilitar», zanja Alegre.
El encuentro de Puebla contará, entre otros participantes, con la maestra y experta en inteligencia emocional Mar Romera; con el coach educativo Alberto Ortega; con las responsables del aula innovadora de Faramontanos de Tábara; o con los representantes del Centro de Educación Ambiental de Villardeciervos, más allá de otros expertos y representantes de las instituciones y organizaciones que se han implicado.