Conchi Azcaray tiene una panadería en la planta baja del Mercado de Abastos de Zamora. La primera que uno se encuentra cuando baja las escaleras que hay cerca de la parada de autobús. Ahora su comercio es uno de los pocos que tienen luz, pues el mal estado del Mercado de Abastos y el abandono de muchos puestos se ve más en la planta de abajo que en la de arriba. Pero la panadería de Conchi tendrá pronto compañía, porque los puestos de arriba van a pasar a ocupar los muchos puestos libres que hay abajo. «Aquí, todos juntitos», asegura.
Es parte del plan establecido por el Ayuntamiento de Zamora para que el Mercado de Abastos esté cerrado el menor número posible de días: los puestos se concentrarán en la parte de abajo permitiendo que los operarios vayan desmontando las cámaras y vitrinas de arriba para llevarlas a La Marina. Conchi Azcaray asegura que, en las últimas reuniones celebradas con el Ayuntamiento, se les ha asegurado que la aspiración es que la actividad esté parada menos de una semana. También se ha puesto una fecha en rojo en el calendario: el 11 de mayo. Ese día, habrá que estar ya funcionando en La Marina.
La sensación general entre los comerciantes del Mercado es de incertidumbre. Por un lado, la nueva ubicación gusta, y mucho. Está en el centro y tiene más tránsito de peatones que las instalaciones actuales. Pero, como siempre sucede ante los cambios, hay cuestiones que preocupan: cuánto tiempo se estará allí, si está todo bien preparado, cuál será la distribución y, sobre todo, qué puesto ocupará cada uno cuando toque regresar, todavía dentro de muchos meses, al renovado Mercado de Abastos de Zamora.
Fernando García es de esos comerciantes que, literalmente, se han criado en el mercado. Hijo de varias generaciones, Fernando regenta una carnicería en la parte alta de las instalaciones, y ejemplifica mejor que nadie la situación que viven ahora los comerciantes. «Esto necesitaba un lavado de cara desde hace muchos años ya, por esa parte estamos contentos, pero siempre te preguntas que cómo van a ir las cosas», añade. Para el comerciante, el reparto de puestos futuro tiene mucha importancia. «Aún no se sabe cómo se va a hacer. Ahora estamos salteados carnicería, pollería, pescadería. Hay gente que dice de hacerlo como en otras ciudades, con todas las pescaderías juntas en un lado y las carnicerías a otro. A mí no me gusta, parece que nos hacemos todavía más la competencia entre nosotros», asegura.
El carnicero confía en captar nueva clientela durante el traslado al parque de La Marina, habida cuenta de que las personas que compran en el Mercado de Abastos son, últimamente, las que tradicionalmente lo han hecho. «Por allí pasa más gente, hay más gente joven… A lo mejor por ahí hacemos nuevos clientes», apunta. Pero, después de 45 años detrás del mostrador, uno ya sabe lo que hay. «En Zamora cuesta, la mayoría de la gente viene por costumbre, porque te conoce de toda la vida», asegura.
Y en las mismas se mueve Antonio y Alfredo Vega, que regentan una pescadería en la parte alta del Mercado de Abastos conforme se entra, en esta ocasión, desde la plaza de la Constitución. La pareja de hermanos son otro ejemplo de comerciantes de toda la vida. «Donde hay buen pescado, hay un Vega comprándolo», asegura Antonio. Sobre la mudanza, mismo sentir. «La Marina es un sitio muy buen escogido. Teníamos el temor de que nos mandaran a algún sitio sin tránsito de gente, pero lo han elegido muy bien», añaden los hermanos.
La mudanza
La mudanza se ha empezado a realizar con el fin de la Semana Santa aunque, aseguran desde el Ayuntamiento, es un proceso muy laborioso. «No es cerrar en un sitio, abrir en otro y ya está». Las vitrinas y cámaras saldrán ya a partir del lunes y los comerciantes de arriba irán pasando a los puestos vacíos de abajo tanto tiempo como dure el proceso.
Una vez se abra en La Marina podrán dar comienzo las obras del Mercado de Abastos, que tienen un plazo de ejecución de menos de dos años y que, por tanto, tendrán que estar terminadas a finales del año 2025 o comienzos del siguiente. «Aunque luego ya sabes, todo se alarga, a ver cuándo volvemos», aseguran los hermanos Vega, que quieren evitar poner plazos tanto a la ida como a la vuelta. «También hay algo de confusión, porque hay personas que nos dicen que vienen de La Marina pensando que ya estábamos allí», apostilla Fernando García. «Nada, como todos los cambios, pues ya sabes. Ojalá salga bien», concluye la panadera del principio.