Durante casi 60 jueves, entre febrero de 2023 y marzo de 2024, José Luis Sevillano viajó desde Pino del Oro a Villadepera por una carretera que le obligaba a invertir casi 40 minutos en recorrer el camino entre pueblos que limitan. Las obras del Puente de Requejo, la centenaria conexión entre Aliste y Sayago, forzaron a este carnicero a gastar tiempo, gasolina y paciencia para mantener el servicio semanal y la clientela en las localidades ubicadas al otro lado del Duero: «La gente me lo agradecía», admite ahora este profesional, que desde hace un par de semanas ha regresado a la feliz rutina de los diez minutos para completar el citado trayecto.
La palabra que repiten Sevillano y otros vecinos de Pino del Oro y Villadepera tras la reapertura del puente es «alivio». La desconexión duró más de un año, afectó a sus vidas y generó una brecha entre localidades muy vinculadas, como casi todas las que comparten frontera municipal: «Aquí ha habido hasta una familia que se ha tenido que mudar temporalmente a la casa de unos parientes en Pino porque el padre trabajaba y los niños iban al colegio en aquella parte», explica una vecina del pueblo sayagués. No han sido meses fáciles.
El cierre del puente se produjo a comienzos del año 2023, cuando la Junta de Castilla y León inició los trabajos de arreglo y repintado del viaducto inaugurado en 1914. Más tarde, se observaron dos agujeros en los estribos que forzaron alguna reparación extra, lo que estiró la intervención hasta los días previos a la Semana Santa de 2024. Ahora, desde finales de marzo, la conexión ha quedado reabierta al tráfico para que los vecinos pasen y los turistas se asomen a los miradores con el fin de disfrutar de la estampa de una estructura inconfundible para la gente de la provincia. La inversión ha superado el millón de euros.
En Pino del Oro, personas como Martín Rodríguez admiten el ahorro de tiempo que implica la reapertura del puente a la hora de retomar la relación cotidiana con la zona ubicada al otro lado del Duero. Varias personas más mencionan al citado carnicero del pueblo como uno de los más afectados por el corte, aunque también recalcan las vinculaciones familiares entrelazadas y subrayan las dificultades que ha habido, por ejemplo, para ir a los entierros de personas queridas o conocidas del otro lado.
Aun así, Rodríguez explica que los más penalizados han sido los habitantes de Villadepera. Principalmente, porque durante todos estos meses han tenido que dar un rodeo para viajar a Zamora por otro camino en lugar de salir a la N-122 por Pino del Oro. Además, por cuestiones laborales, algunos habitantes de la localidad limítrofe han padecido especialmente ese periodo de lejanía con Aliste que ya ha quedado atrás, aunque las quejas no se han terminado. Es más, en algunos casos, los ánimos están más caldeados que antes.
Los problemas de la carretera
Ya en Villadepera se ubica uno de esos negocios que se han visto dañados por el corte. Se trata del bar La Sierra, un establecimiento que vive en parte de lo que le aporta la gente del pueblo, pero que también se sujeta gracias al paso de los turistas, sobre todo en primavera o en verano. Los deportes acuáticos, las excursiones o las actividades organizadas solían darle un buen empujón al proyecto hostelero en el buen tiempo, como cabe esperar que vuelva a ocurrir a partir de esta temporada.
Dentro de ese local, casi a la hora de comer de este jueves, tres hombres toman el aperitivo mientras comentan la jugada. Son Antonio Alonso, Antonio Chamorro y Urbano Formariz. Pronto se une a la tertulia Míchel, a secas: «Con eso, ya me conoce todo el mundo», aclara. Los vecinos de Villadepera expresan sus dudas acerca de la necesidad de que el puente haya tenido que estar cerrado más de un año, con el perjuicio que ello ha conllevado, pero sobre todo ponen el foco en la carretera.
Y es que en el camino entre Pino del Oro y Villadepera no solo está el puente. De hecho, el viaducto sirve para dar continuidad a la llamada ZA-321, una carretera de titularidad autonómica que se encuentra en un estado «desastroso». Lo dicen los vecinos y resulta evidente al cruzarla. La vía, que ya tiene el handicap inevitable de la pendiente, resulta muy estrecha, está completamente llena de baches y acortada por los laterales a causa del deterioro. El ancho ya no es de seis metros y el cruce entre dos vehículos se convierte en un suplicio.
Vecinos como los cuatro citados de Villadepera y alguno más que prefiere no dar su nombre cuestionan el hecho de que se haya mantenido cerrado el puente durante más de un año y que no se haya aprovechado ya, al menos, para arreglar la carretera como se viene demandando desde hace años: «Esto en Madrid o en Barcelona no pasaría», aseguran los parroquianos del bar La Sierra, algunos de ellos quejosos ante el hecho de que el pueblo no sea capaz de hacer la suficiente fuerza para reivindicar lo que consideran una necesidad palmaria.
Los Antonios y Urbano ponen el acento en el riesgo de accidente que tiene una carretera en la que, en función de la zona donde uno se salga, se puede asomar a un abismo; y también critican que el mal estado de la vía puede causar daños en sus vehículos a causa del paso constante por una calzada en la que van dando botes sin cesar: «Casi era mejor que la dejaran toda de piedra como antaño», apuntan.
Las Cortes de Castilla y León han aprobado proyectos para ejecutar obras en la vía, pero la intervención requerida no ha llegado. La última iniciativa que se recuerda data de 2020, pero los habitantes de la zona no han visto más trabajos que los del Puente de Requejo como tal. Nada en la aproximación por uno u otro lado.
De hecho, los vecinos de Villadepera consultados ya ni siquiera recuerdan cuándo se ejecutó el último arreglo integral de la carretera, más allá de reparaciones puntuales. La esperanza de que todo se ejecutara a la par que la intervención en el puente se esfumó y, con la reapertura del viaducto, hay sensación de alivio por un lado y de lamento por el otro. Aliste y Zamora quedan más cerca de nuevo, pero las viejas reclamaciones continúan.