Eran alrededor de las siete y media de la tarde del Miércoles Santo y el cielo amenazaba agua en el atrio de la Catedral de Zamora. Los cargadores de los pebeteros estaban resguardados dentro de la seo y, fuera, una parte de la directiva, con Rufo Martínez a la cabeza, miraba al cielo esperando respuestas. Y en estas apareció el hombre que faltaba, al que las cofradías más han mirado durante estos días y cuya voz tenía una relevancia especial. Al llegar al atrio, Emeterio Aliste saludó y preguntó, a pecho descubierto: «¿Cuánto os queréis mojar: poco, mucho o nada?»»
Aliste es el enlace entre la Agencia Estatal de Meteorología y la organización de las 17 procesiones que durante la semana pasada tenían que discurrir por Zamora. Y, a partir del martes por la tarde, se convirtió en el rostro más buscado en las salidas de los desfiles. La pena es que solía tener malas noticias aunque, recuerda, «la decisión final no es mía, yo solo soy un enlace. Lo que sucede al final depende de los presidentes de las cofradías. Son los responsables del patrimonio que tienen, y suya es la decisión final».
Así que la pregunta sobre cuánto se querían mojar tenía todo el sentido. Más en una semana como la pasada, marcada por la inestabilidad durante todos los días salvo el Jueves Santo, cuando cayeron 18 litros y había poca previsión que hacer: «Llovía sí o sí». Pero el resto de los días la cuestión estaba ahí. «Si me decían que nada, pues que no salieran. Si poco, yo les decía lo que había. Si mucho, adelante».
Como muestra, dos ejemplos. En el Via Crucis «le dijimos a la directiva que podía llover poco o nada. El recorrido no favorecía, no salieron y al final no llovió nada. Con el Silencio pasó al contrario, dijimos que llovería poco o nada a las ocho de la tarde. Y realmente llovió muy poco, 0,4 litros por metro cuadrado, aunque la sensación en la plaza de la Catedral era que diluviaba».
La lluvia pilló a dos procesiones, a una un poco (Jesús Nazareno) y a otra más intensamente (Santo Entierro). «Con La Mañana pasó lo que dijimos, que a las ocho podía llover algo. También fue poco. Igual con el Santo Entierro», asegura Emeterio Aliste en declaraciones realizadas en la jornada de ayer a este diario, «les dijimos que podía llover algo, se arriesgaron porque el trayecto ofrecía alguna alternativa para guardar los pasos y al final llovió un poco cuando estaban en la Catedral». Pero el papel de Emeterio Aliste era, básicamente, siempre el mismo. «Yo llegaba al inicio, informaba de lo que pasaba y me retiraba. La decisión no es mía».
Seguimiento si la procesión sale
En el caso de suspensión suspendida, «yo tengo que avisar a la Aemet y ellos ya se olvidan», pero si sale «la Aemet hace un seguimiento constante de lo que pasa en Zamora», asegura Aliste. Así, «Meteorología va hablando conmigo y yo con los encargados de la procesión para decirles cómo van las previsiones y si tienen que acortar, para anticiparnos».
El trabajo es agradecido en algunas ocasiones, como el año pasado. Pero es complicado en otras, como este año, cuando Emeterio Aliste literalmente se ha desfondado, acudiendo a la salida de todas las procesiones, de una forma totalmente desinteresada. «Yo soy consciente de que muchas veces se me critica», asegura Aliste, «pero lo hago gratis por amor a mi tierra. Cuando deje de hacerlo, tengan que contratar a alguien para hacer lo que hago yo y vean lo que se cobra, entonces a lo mejor me echan de menos», concluye. Y debe cobrarse, porque el trabajo es ingrato. «Acertar cuándo va a llover es complicado muchas veces, decimos que es a partir de las cuatro y puede ser a las cuatro y media. Es más fácil decir cuándo va a parar», apunta, consciente además que de «si decimos que va a llover poco o nada, no se sale, y luego no llueve, nos apuntan a nosotros. Nada, contamos con ello».