Dicen los cronistas de Bermillo de Alba que «antiguamente debía de haber tres o cuatro cofradías en el pueblo». Eran otros tiempos demográficamente más boyantes y probablemente de una devoción más férrea por parte de las gentes de esta localidad alistana, que ahora, en los tiempos modernos, han reaccionado para recuperar la tradición semanasantera que amenazaba con evaporarse definitivamente. El empuje llegó hace más de diez años y la idea se consolidó de la mano de la restauración del calvario.
Quien lo explica es uno de los hombres que este Viernes Santo, a las siete y media de la tarde, se ha presentado en la iglesia de Bermillo de Alba ataviado con una capa parda alistana para desfilar a la manera que lo hacía la «la gente antigua». Su nombre es Ignacio Martín, también fue alcalde y ahora participa de una Semana Santa en la que se implican varias decenas de vecinos. Sin cofradía como tal, pero con un compromiso intachable.
«La tradición se había perdido hacía años, pero ya hace más de una década que intentamos recuperarla. Y lo hicimos», señala Martín. Desde el principio, el desfile del Viernes Santo sube por las calles y por los caminos hacia las afueras del pueblo para realizar un pequeño acto en torno al calvario. Pero, hasta 2015, allí solo había unos restos sin las cruces de madera que, según parece, algún día ocuparon el lugar.
«Como estaban las bases de las cruces, decidimos reponerlas, pero lo hicimos con granito de Portugal. El material lo compró el Ayuntamiento y luego las pusimos a prestación personal. Desde entonces, ha tenido mucho éxito», subraya Martín. Ya son casi diez años, por tanto, de la procesión tal y como se ha desarrollado este Viernes Santo.
Capa alistana y toquilla negra
«Los hombres vamos con la capa parda alistana y las mujeres con toquilla negra. Sacamos a la Virgen de la Soledad y a un Cristo», remarca Martín. Además, la procesión incluye el sonido de los tambores y el cántico de las mujeres en el calvario.
La procesión también recibió en su día el impulso de una asociación llamada Prendadores, como se conoce a los vecinos de Bermillo de Alba, que partieron del templo con las imágenes a pesar del frío helador de finales de marzo y que recorrieron a buen ritmo el trayecto marcado hasta el calvario.
A la vuelta, tocó incrementar el paso. La lluvia ha sido una constante en la Semana Santa de la provincia y, más allá del barro en los caminos del pueblo, los fieles también tuvieron que lidiar con el agua y el viento desapacible. Cuestión de penitencia. Todo irá bien si, haga el tiempo que haga, Bermillo de Alba sigue teniendo gente para salir cada Viernes Santo.