Cuando faltaban cinco minutos para la hora a la que estaba previsto el Sermón del Descendimiento en Bercianos de Aliste, un murmullo recorrió la plaza en la que aguardaba el Cristo bajo un plástico. Era de nuevo la lluvia. La gente abrió los paraguas, los jóvenes que ya habían ocupado sus asientos regresaron al templo y la cofradía abrió un cónclave en el interior. La cosa pintaba mal.
Ya desde la iglesia, los hermanos se iban asomando a la ventana para comprobar la evolución del tiempo. No era solo la lluvia. El viento complicaba visiblemente el panorama y los turistas que habían acudido a presenciar la genuina Semana Santa de Bercianos iban procesando su mala suerte.
Las dudas se prolongaron por espacio de una media hora. De vez en cuando, algún hermano vestido de blanco, con el rostro ya descubierto, se asomaba a otear el panorama, negaba con la cabeza y volvía dentro. En la iglesia, la certeza de que había que preservar el patrimonio de la cofradía se impuso y en torno a las cinco de la tarde se anunció la decisión: se cancelaba el desfile.
Con todo, las gentes del pueblo y las que acudieron a ver la procesión, tuvieron un pequeño consuelo en uno de esos ratos en los que la lluvia dio una tregua. El descendimiento del Cristo se hizo al aire libre y a la vista del público y Teo Nieto pudo pronunciar, con algunos cambios sobre la marcha, el sermón que había previsto.
Retorno a la iglesia
Con el Cristo ya en la urna, en manos de los hombres, y con la Virgen a hombros de las mujeres, el Santo Entierro de Bercianos dio una vuelta en torno al templo de apenas unos metros para acabar dentro de la iglesia, donde los hermanos entonaron el Miserere.
Al cierre, el sol parecía asomar, pero el pueblo no quería riesgos. Bercianos se topó con la lluvia y tendrá que esperar al 2025 para llevar su procesión al calvario como manda la liturgia del Viernes Santo.