Cuando la Real Cofradía del Santo Entierro ha comunicado que iniciaba el desfile y que el recorrido sería el completo el sentir general oscilaba entre la alegría de ver por fin una procesión completa en las calles y la sorpresa porque, según algunas previsiones, podía llover a lo largo de la tarde. Algo que finalmente ha ocurrido. Cuando la Virgen de los Clavos llegaba a la plaza de la Catedral, a eso de las ocho de la tarde, un intenso aguacero ha descargado sobre Zamora. Pasos rápido a San Esteban (¿quizás podrían haberse guardado en la Catedral?) y procesión concluida. Las imágenes vuelven juntas, sin bandas, a toque de tambor, rápidamente por la rúa.
Una pena, no cabe duda, porque la tarde del Viernes Santo ha comenzado radiante. A las cuatro y media, cuando acababa el Sermón del Descendimiento y salía la Magdalena de la carpa de San Esteban, lucía un sol que recordaba que es primavera. Duró bastante, propiciando incluso algunos momentos de lucimiento cuando el desfile pasaba por la Plaza Mayor. Los cofrades, que acudieron en masa a San Esteban, y el público, numerosísimo, hicieron recordar los mejores días de aquellas semanas santas en las que no llovía.
El final de la procesión ha quedado evidentemente deslucido por los alrededor de quince minutos de lluvia intensa registrados en la Catedral, que han provocado la desbandada de hermanos y han obligado a recoger rápido el patrimonio de la cofradía. Turno de decisión ahora para Nuestra Madre, siguiente (y última) procesión del Viernes Santo.