«¿Suspendida? Esto es una pena para nosotros, pero volveremos». El lamento de una mujer con acento extranjero, a las puertas de San Andrés, expresaba la realidad que están viviendo estos días las personas que han venido a Zamora para disfrutar de la Semana Santa. No salió el Via Crucis, no salió el Silencio, las Capas Pardas salió a medias, no salió la Esperanza y no ha salido la Vera Cruz. Otras cancelaciones se podrán discutir; la de este Jueves Santo por la tarde, no.
Entre las tres y media y las cuatro y media de la tarde, justo a la hora en la que los cofrades tendrían que haber puesto rumbo al desfile, cayó un diluvio sobre Zamora. El agua corría por el entorno de la iglesia de San Andrés alentada por el viento mientras los cofrades iban y venían más para protegerse que para interesarse por el futuro de la procesión. Era evidente que así no se podía salir.
La cofradía esperó un tiempo prudencial, pero sus propios directivos eran conscientes de que la cosa se había puesto «muy, muy, muy difícil». Su presidente, Teo Hernando, lo expresó así ya con la procesión completamente cancelada: «Viendo las previsiones, y además ahora que aciertan tanto, solo hemos confirmado lo que veníamos sospechando en las últimas 48 horas por lo menos».
Aún así, Hernando y sus compañeros evaluaron todas las posibilidades y mantuvieron contactos telefónicos con los expertos hasta más allá de las tres de la tarde, pero la mejor evidencia estaba en las propias calles, sin cofrades a la vista más allá de alguno con exceso de fe y con la plaza del Seminario anegada. Según la Aemet, solo entre las tres y las cuatro cayeron casi seis litros por metro cuadrado.
«Lo último que nos terminó de desanimar fueron los problemas que han tenido que atender los bomberos por zonas incluso del recorrido», reiteró Hernando, que puso por delante «la seguridad de los cofrades y luego el patrimonio de la cofradía». «Además, habría sido un desfile muy deslucido», asumió el presidente de la Vera Cruz.
Sin museo, más difícil
A todo esto se une el hecho de no tener museo. En el marco actual, «las entradas y salidas son muy complicadas» para la Vera Cruz, de más de una hora, por lo que las ventanas sin agua tendrían que ser muy amplias si se quiere hacer aunque sea un recorrido corto.
«Dentro de un rato me van a llamar cagón en las redes sociales, pero esto va en el cargo», asumió Hernando antes de coger el teléfono para seguir explicando una suspensión que, a la vista de los hechos, no tenía remedio.