La Magdalena, la imagen que procesiona en el Santo Entierro, pesa 452 kilos. La llevan sobre sus hombros 24 cargadores, lo que da una media de algo menos de 19 kilos para cada uno de ellos. Bastantes menos de los 31,4 kilos de peso que soportan cada uno de los 27 hermanos de Jesús Nazareno que van debajo de La Agonía, el paso que más carga deja sobre los hombros de su plantilla. Y es que, aunque La Agonía no es ni con mucho la imagen más pesada de la Semana Santa de Zamora (pesa 850 kilos mientras que hay otras que sobrepasan ampliamente la tonelada) sí es la más complicada de llevar.
Fernando Fulgencio es el jefe de paso de La Agonía desde hace más de veinte años y reconoce que el paso tiene algo especial, «sobre todo cuando uno se mete debajo y lo carga». «Nosotros cargamos con 31 kilos y medio y otros pasos no llegan a veinte. Que no es que esto sea una competición, pero ahí queda», bromea. La Agonía, cuando se pesó, arrojó en realidad una cifra de 950 kilos. Sin embargo el sistema por el que se determinó la cantidad tenía un margen de error «del 25% más o menos», así que sobre lo que dijo la báscula se bajaron cien kilos para la cifra oficial: 850.

Pese a todo, asegura Fulgencio, no hay una preparación especial para los cargadores de La Agonía. Al menos no a nivel de grupo, porque luego «cada uno entrena como mejor considera», ya sea en el gimnasio o en casa. «Lo cierto es que en nuestro paso la mayoría de la gente son jóvenes que están bien preparados físicamente», asegura Fulgencio.
¿Cómo se lleva la mañana?
«Pues depende», asegura, pragmático, el jefe de paso. Lo peor, indica, es bajar y levantar el paso. «Eso es lo más costoso, porque realmente pesa mucho y no es fácil levantarlo y bajarlo». Cargarlo, indica Fulgencio, «es más llevadero», dentro de la carga general, «salvo cuando los fondos se alargan mucho», ya que «hay algunos que duran más de media hora y acabas realmente cansado».
El momento de la vuelta a la Plaza Mayor (desde que está la carpa, vuelta a la plaza de Viriato) es el más exigente de la procesión por el momento en el que llega, casi al final, y por el esfuerzo que exige, pues es un rato largo con el paso a hombros con varios cambios de dirección incluidos. «Ahí sacamos fuerzas de donde sea. Es un momento muy cansado, pero la música, la gente… todo colabora a que salga bien», apostilla el jefe de paso. La entrada al Museo es otro momento exigente, «pero ahí ya sabes que se acaba y que no vuelves hasta el año que viene».
La razón del peso
La Agonía, en realidad, no es un paso de Semana Santa. Las figuras son de madera maciza, no son figuras de vestir como las que hay en otras composiciones escultóricas. De hecho, se trata de un retablo que estaba instalado en la Iglesia de San Juan y que se desmontaba todos los años para montarlo después en la mesa y salir en procesión. Es una obra que data del año 1600, la más antigua del patrimonio de la cofradía de Jesús Nazareno.