Se escucha en cada esquina, copa muchas de las conversaciones durante estos días, se mencionó constantemente este lunes cuando el viento y el frío aparecieron por la ciudad. Va a cambiar el tiempo, y trae lluvia. La previsión de la Agencia Estatal de Meteorología es casi mejor no mirarla. En muchas franjas horarias de aquí al Domingo de Resurrección, las probabilidades de que caiga agua rozan o alcanzan el 100%, y existe un temor de que esa circunstancia deje los pasos en los templos o en la carpa y disuada a los turistas de última hora.
Pero el gran temor no es ese. Lo que inquieta es, más bien, que no vengan todos los que habían reservado ya. Es decir, que con la lluvia lleguen también las cancelaciones. Zamora se juega mucho en el envite, habida cuenta de que esta es la semana grande para el turismo y de que las cuentas de los negocios se hacen con la previsión de llenar estos días. Todo lo que no sea eso dejaría un mal balance en el sector.
La parte positiva de todo esto es que, a pesar de los mensajes que mandan algunos colectivos que representan a los negocios, los hoteles consultados no están sintiendo que la cosa marche del todo mal por el momento. Es cierto que preocupa el tiempo, que contra el cielo no se puede hacer nada, pero también hay mecanismos para proteger los ingresos, clientes que van a venir «sí o sí» y personas que ya no van a cambiar el plan suceda lo que suceda.
Las circunstancias de los hoteles
En el caso del Ares Hotel, el negocio ubicado en la plaza de la Puentica lo tiene todo «prácticamente lleno» de aquí al domingo y, además con «tarifas no reembolsables», por lo que el riesgo ahora es limitado. El establecimiento tampoco está notando cancelaciones por causa de fuerza mayor, «como mucho alguna aislada», aunque sí es consciente de que algunos compañeros «no están llegando a lo que tenían previsto».
En el Parador, los trabajadores consultados sí admiten que se están produciendo algunas cancelaciones en los últimos días, y lo achacan a la lluvia amenazante. Eso sí, también matizan que la ocupación suele fluctuar algo en estas fechas, aclaran que existen ciertos grupos que esperan hasta el final y subrayan que cuentan con una lista de espera de la que tirar cuando ciertos clientes se bajan casi sobre la bocina. No parece haber una preocupación extraordinaria.
También impera la tranquilidad en el Hotel Dos Infantas, donde un buen porcentaje de los clientes son zamoranos o descendientes de la provincia, por lo que vienen en estas fechas «pase lo que pase». Con eso, ya se garantiza una tasa de ocupación alta. «Si hay gente que viene desde muy lejos, a lo mejor se lo piensa a última hora, pero de momento no tenemos cancelaciones», aseguran desde el establecimiento. Este Lunes Santo, sin ir más lejos, llegaron todos los que habían previsto hacerlo.
Lógicamente, cada negocio tendrá unas circunstancias, y sí es cierto que las páginas webs habituales muestran algunas vacantes en días en los que normalmente encontrar habitación resultaba una quimera, pero los hoteles consultados no dibujan un escenario precisamente catastrófico. De hecho, la ciudad ya exhibe un color diferente, con riadas de gente por las calles en horas puntas y bares llenos.
Habrá que ver cómo evoluciona esa circunstancia cuando el agua haga acto de presencia, si es que finalmente las previsiones se cumplen. Por lo pronto, el fin de semana que ya ha quedado atrás fue una demostración del tirón que tiene Zamora entre los propios y los ajenos. El entono de la Plaza Mayor fue un hervidero durante el sábado y, particularmente, a lo largo del Domingo de Ramos, con una estampa de gente en la calle que evidencia que, si el contexto acompaña, la ciudad se pone hasta los topes.