Tiene de particular el traslado del Nazareno de San Frontis que es una procesión sin llegar a serlo. Eso y que es el punto de transformación de la ciudad, que durante los próximos diez días deja atrás el invierno, las calles vacías y el frío para convertirse en un sitio lleno de vida, de gente y, esto está por ver, de luz.
La salida del Mozo de la iglesia de San Frontis es tan alegre como en otros sitios lo es el inicio de las fiestas del pueblo. El traslado ha ido ganando enjundia con el paso de los años y ahora es ya la primera procesión oficiosa de la Pasión. La presencia de familias enteras en la margen izquierda del río y los reencuentros que muchas veces se producen ahí son, un año más, el mejor testigo de lo que está por llegar.
Por lo demás, poco hay que contar que ya no se sepa. El Mozo ha llegado a la Catedral por el puente de Los Poetas una vez estaba anunciado que el de Piedra se encuentra en obras. Una bonita casualidad que el Nazareno haya discurrido por ese viaducto precisamente hoy, Día Mundial de la Poesía. Un leve escollo que ha propiciado la inédita estampa de la imagen discurriendo junto a los caballitos que se instalan en la desembocadura del viaducto para después subir por la cuesta del Mercadillo, una angosta vía reservada hasta ahora al Espíritu Santo. La vuelta, el Martes Santo.