A las 12.30 horas de la mañana de este Domingo de Ramos, la procesión de La Borriquita de Mombuey saldrá a las calles del pueblo como cada año desde que sus gentes recuperaron la tradición. Pero no estará Manuel. El último de los recuperadores de la hermandad murió hace unos meses, aunque dejó un legado que los herederos de la tradición pretenden honrar. Primero, con el mismo gesto simbólico que ya les dedicaron a los otros padres de la Pasión moderna que se fueron marchando; después, con el empuje para la continuidad de aquello que se rescató del olvido.
Para cumplir con el objetivo inicial, la procesión del domingo desviará su recorrido hasta detenerse ante la que fue la casa de Manuel, situar la imagen frente a la fachada y exhibir el respeto a la memoria del difunto. En cuanto al plan de conservar la tradición de la Semana Santa, todo dependerá de las generaciones que ahora recogen el testigo, aunque al menos la primera que hereda la responsabilidad sí está dispuesta a asumir el peso de una organización que se retomó hace ahora 25 años.
El encargado de explicar todos estos detalles es el actual presidente de la Hermandad pro Semana Santa de Mombuey, Julio Álvarez, que recuerda con emoción a quienes les inculcaron «todo lo que tiene que ver con las procesiones», unos rituales que llegaron a perderse hasta que personas como Manuel se metieron en faena y lo evitaron: «Empezaron a formar las cofradías de nuevo y consiguieron retomarlo», señala el dirigente actual.
Merced a esa implicación de los mayores, el pueblo de La Carballeda fue capaz de rescatar siete desfiles, casi todos concentrados entre el Jueves Santo y el Domingo de Resurrección, más allá de la citada Borriquita: «Entre la gente de los tambores y quienes se visten, seremos entre 40 y 50 personas, con absoluta igualdad entre los hombres y las mujeres», aclara Álvarez, que apunta que el resto del pueblo también se suma desde la posición de los hermanos de acera.
El presidente de la hermandad recalca que el atractivo que tiene la Semana Santa de Mombuey por el mero hecho de conseguir salir a la calle de forma tan continuada e intensa durante los días de Pasión, habida cuenta de que se trata de «una población de la España Vaciada». «Hay una implicación de los jóvenes y somos capaces de sacar todas las figuras, algunas de ellas bastante antiguas, de una cierta importancia», asegura Álvarez.
La emotividad de la procesión de las ánimas
El responsable de las cofradías admite que Mombuey «no es Zamora», pero destaca la belleza de algunos momentos de su Semana Santa, como la procesión de las ánimas del Sábado Santo, en la que los cofrades viajan en procesión, y con antorchas, hasta el cementerio de la localidad para hacer unas honras a los difuntos y para dedicar una oración.
Ese instante pasa por ser uno de los más emotivos de la Pasión de una localidad en la que este año todo culminará el Domingo de Resurrección con la habitual procesión de El Encuentro y con un repique a cargo de la Asociación de Campaneros de Zamora, que le pondrá el broche a una cita también social, de identidad y de vinculación con las tradiciones del pueblo que trasciende a lo religioso.