Cada año, desde hace 14, los alumnos del ciclo de fotografía de La Vaguada organizan una exposición sobre igualdad de oportunidades y violencia de género. Con tantas ideas ya ejecutadas a lo largo del tiempo, cuesta prender la chispa de la originalidad para hacer algo diferente. Pero en medio de esas dudas sobre qué hacer, apareció la opción de los buzones: «Decidimos que era una buena idea colocarlos en diferentes puntos para que la gente contara sus experiencias», explica una de las autoras de la muestra de 2024, Aurora Arranz.
A los buzones físicos se unió la alternativa online, y los relatos llegaron. La temática escogida fue la violencia ejercida sobre la mujer desde diferentes prismas, y los propios alumnos se encargaron de elegir las historias más impactantes para plasmarlas en unos paneles con retratos, bodegones o fotografías de detalle junto a un texto y un código QR para escuchar el audio. El resultado del montaje se puede ver hasta el 14 de marzo en la Alhóndiga, en el marco de la oferta cultural vinculada al Día de la Mujer.
«Teníamos la sensación de que no veíamos esto como algo cercano, pero que a veces es la persona de al lado quien sufre este tipo de violencias», señala Arranz, que apunta que la exposición busca «dar voz y visibilidad» a una realidad que contiene «historias bastante duras y difíciles de asimilar». «Hay gente a la que esto le ha pasado siendo muy joven y con personas del entorno como parejas, exparejas o amigos. Es bastante impactante», añade la alumna de La Vaguada.
Entre ellas, Arranz destaca la de una mujer que escapó primero de su casa, siendo adolescente, por la actitud de una pareja de su madre y que, más tarde, con dos hijos, se topó de frente con el comportamiento machista de su propio compañero de vida. «Volvió a dejarlo todo atrás», subraya la alumna de La Vaguada, que indica que la exposición narra, a través del hilo conductor de 21 fotografías, esta y otras vidas de personas que han decidido compartir lo que les ocurrió.
Las imágenes buscan acudir a lo artístico y salirse de lo explícito, como hizo Lara Coello para contarle al público la historia de una chica que sufrió violencia sexual y que, además, tuvo que aguantar los reproches de su madre. En varias metáforas con flores, la alumna subraya el «destrozo» del espacio personal de la mujer: «Al principio de este proyecto, todo era muy bonito, pero luego lo pasamos mal porque nos implicamos emocionalmente. Esta chica tenía 14 años», remarca.
Chicas muy jóvenes
Su compañero Diego Montaña incide precisamente en que este tipo de violencias ocurren «a edades muy tempranas». «Nos encontramos con gente de 14, 15 o 16 años que cuenta unas cosas que nos cuesta procesar, y no se habla tanto de ello», asegura uno de los autores de esta exposición que también pretende apuntar que «se puede salir de ahí, se puede estar mejor».
«Creo que saber que quien tienes cerca puede estar sufriendo algo así debe convertirte en una persona más empática», zanja Aurora Arranz, tras explicar una exposición en la que también han participado Pablo Revilla y Lucas Anta. Como complemento de la muestra, los alumnos del ciclo de realización han elaborado una pieza de vídeo que también se puede contemplar en la Alhóndiga.