La idea cuajó en septiembre. Un grupo de mujeres – «por desgracia no van los caballeros» – decidió emular a aquellas señoras de antaño que salían a la puerta «a tejer o a hacer punto», pero esta vez con un objetivo concreto más allá del mero entretenimiento: «donarlo todo». Quien lo explica es la principal impulsora del asunto, Arancha Arribas, una mujer de San José Obrero que vio cómo esta manera de enfocar una actividad de ocio hacia la vía solidaria había tomado forma en otras ciudades y decidió plasmar un proyecto semejante en Zamora.
De esta forma nació hace seis meses el proyecto «Tejiendo Zamora», una iniciativa que ya suma las manos de 30 mujeres y que, de la mano de la Asociación IAIA, una ONG que funciona a nivel nacional, manda habitualmente decenas de prendas al colectivo que toque en el lugar que corresponda. «Las cosas se suelen enviar por correo a Madrid y son ellos quienes las reparten», señala Arribas, que matiza que el propio colectivo de la ciudad también puede ejecutar sus propios proyectos en el entorno donde se encuentra. Y lo hace.
De hecho, uno de los más recientes acabó en manos de AFA Zamora, la asociación dedicada a ayudar a las personas con alzhéimer y otras demencias. El colectivo de tejedoras creó unos manguitos sensoriales, que básicamente consisten en «un cilindro de lana o de hilo que se teje a ganchillo o a punto, y en el que se colocan botones, lazos, borlas, algún muñeco bordado o cintas de raso».
Según explica Arribas, estos manguitos «se utilizan en los picos de ansiedad de las demencias» y resultan útiles para los usuarios «con un importante grado de deterioro cognitivo» por el hecho de que cuentan con diferentes texturas y facilitan esa experiencia táctil que permite mejorar el estado de ánimo: «Contactamos con ellos, vimos las opciones con las terapeutas ocupacionales y, como nos dijeron que estaban encantadas, los repartimos junto a unas bolsitas para guardarlos», añade la representante del colectivo.
Para coordinar toda la tarea y para que el grupo sirva también un elemento socializador, las mujeres se reúnen cada miércoles, de once a una, en un local que tiene la Fundación Personas en la calle Benavente: «Al principio íbamos a la cafetería del Campus, pero éramos muchas, así que nos habló Adrián, uno de los monitores de la fundación, y ahora nos ceden ese espacio», explica Arribas, que apunta que también han establecido cierta relación con los usuarios con los que comparten ese encuentro semanal.
Un perfil heterogéneo
«Nos solemos reunir entre 12 y 15 a la semana, porque no todo el mundo puede todos los días», comenta Arribas, que apunta que el perfil de las mujeres de Tejiendo Zamora es heterogéneo. Allí hay personas como ella con niños pequeños; algunas veteranas, ya jubiladas, que buscan un entretenimiento y seguir con la cabeza ocupada; y otras, generalmente también en edad de retiro, que mantienen una actividad frenética y suman esta cita semanal a otras tantas.
Lo que sí deja claro Arribas es que este grupo está formado por personas que ya saben tejer: «Yo misma doy clases de ganchillo fuera de aquí, pero esta es solamente una labor solidaria», recalca la representante del grupo. Eso quiere decir que Tejiendo Zamora no reparte patrones, no recoge encargos y todo lo que hace lo regala: «Ahora estamos haciendo ositos para el proyecto Corazón Solidario, que va dirigido a los niños que están en las plantas oncológicas de los hospitales de Madrid», indica la portavoz.
En paralelo, el grupo mantiene la actividad para otro proyecto a largo plazo y diversifica el trabajo para que todas puedan hacer más o menos lo que les apetece, desde la óptica de que unas apuestan más por prendas tradicionales y otras confeccionan muñecos u otros accesorios más particulares: «Lo que quiero dejar claro es que ni tenemos ni queremos tener financiación de las instituciones, nos queremos desvincular», asegura Arribas.
Tejiendo Zamora vive de las lanas y de los tejidos que donan los particulares y así seguirá siendo hasta donde llegue, con las manos para tejer y el corazón para donar.