El equipo que siempre ve una salida: así funciona la Unidad de Prevención del Suicidio de Zamora

Marcos González, Vanessa Martín y Paula Gutiérrez atienden actualmente a medio centenar de pacientes y conforman el grupo especializado en el Hospital Provincial

por Diego G. Tabaco
Publicado: Actualizado
Paula Gutiérrez, Vanessa Martín y Marcos González.

No es fácil buscar puntos de vista positivos para tratar el suicidio. O los intentos de suicidio. En la sociedad se trata todavía de un tema «tabú» que esconde detrás el sufrimiento de muchas personas, amigos, familias que, en el peor de los casos, ven su vida truncada. «Siempre se nos viene a la cabeza la parte más funesta o morbosa, pero hay que promover que se pueda hablar de esto en el sentido positivo. Existen alternativas, hay salidas. En general, parte de la actitud ante este tema viene de que existe una dificultad a la hora de hablar de las emociones, de compartir cosas con los demás. Pero hay recursos para gestionarlo». 

Estas palabras las pronuncia el doctor Marcos González, psiquiatra y una de las tres patas que componen la Unidad de Prevención del Suicidio que trabaja en el Hospital Provincial de Zamora, actualmente, con cerca de medio centenar de personas. El grupo lo completan Vanessa Martín, psicóloga clínica, y Paula Gutiérrez, enfermera. Los tres atienden, desde un enfoque multidisciplinar, a las personas que han intentando suicidarse y que, consideran, pueden tener recaídas. Un servicio de esos que pasan desapercibidos para el común de los pacientes pero que, cuando se necesita, se antoja imprescindible. 

Marcos González, psiquiatra.
Marcos González, psiquiatra. Foto Emilio Fraile

Los tres sanitarios analizan su trabajo desde el prisma de quien sabe que hace algo muy útil para la sociedad. Y una de las primeras cosas que ponen sobre la mesa es que el concepto de «suicida», entendido como el de la persona que quiere quitarse la vida, no existe. «Hay gente que llega a esa conclusión cuando se ve sin una salida, sin alternativa. Pero no hay gente que quiera suicidarse. Lo que hay son personas que se ven sin alternativa». 

«Quien llega a esto es gente que se ve sin ninguna alernativa»

Marcos González, psiquiatra

Y una de las primeras funciones, una vez se ha llevado a cabo la atención más temprana, centrada en eliminar las conductas autolíticas por métodos más rápidos, es identificar y atacar las razones que hacen que una persona considere que seguir con vida es una mala opción. «Factores de riesgo pueden ser la soledad, el trabajo, la familia… Y luego hay precipitantes, como pueden ser un conflicto en pareja o cualquier otro problema». 

No hay causa única

La cuestión aquí es entender, aseguran González, Martín y Gutiérrez, que la causa no es única. «Hay familiares que tienen un gran sentimiento de culpa porque ven que alguien de su entorno se ha querido suicidar, o ha llegado a hacerlo, después de una discusión. Eso genera un sentimiento de culpabilidad enorme. Nosotros intentamos explicar a esa persona que la causa no está en esa discusión puntual, pero es complicado», asegura la enfermera.

Vanessa Martín, psicóloga.
Vanessa Martín, psicóloga. Foto Emilio Fraile

Dentro de los factores de riesgo, es quizás la soledad el que más influye. Y afecta, principalmente, a las personas de más edad, a los que la vida ha dejado sin familiares y sin amigos en una situación que, emocionalmente, puede resultar muy compleja de gestionar. Existe aquí una importante coordinación con los servicios públicos sociosanitarios y se realiza, por parte de la psicóloga, un trabajo en desarrollar las habilidades grupales y en generar vínculos sociales con otras personas. También se informa a las familias, en el caso de que las haya, o los cuidadores en el caso de que la persona esté en una residencia. «Hay que saber identificar las señales de alarma. Nosotros estamos en una segunda línea, pero las personas que tienen un trato directo deben saber cómo reaccionar», apuntan desde la unidad. 

El trabajo, si la persona está ocupada en un entorno tóxico, o la economía, sobre todo en las épocas de más inestabilidad, pueden convertirse también en factores precipitantes. «Si estás metido en un ambiente laboral de tensión constante, con horarios que no te permiten compaginar tu vida personal con la profesional, puede haber problemas» aunque, dicho esto, «tener una ocupación, que genera rutinas y permite relaciones con otras personas, es algo bueno para las personas que quieren salir de esta situación». En este sentido, existen convenios y se facilita el acceso a cursos a las personas sin empleo, con el ánimo de que se introduzcan rápido en un entorno laboral «que les va a ayudar».

No todos los intentos acaban aquí

Lo cierto es que las estadísticas dicen que la persona que ha llevado a cabo un intento autolítico tiene posibilidades de repetir. «Es un factor de riesgo», reconoce el psiquiatra, aunque no todas las personas que han pasado por ese trance acaban en esta unidad. Sanidad tiene «un equipo de psiquiatras bien equipado» que en muchas ocasiones son suficientes para el tratamiento de quienes han intentado suicidarse. «Aquí vienen personas que se estima que tienen muchas posibilidades de repetir, para que les hagamos un seguimiento posterior más intensivo desde el punto de vista psiquiátrico, psicológico y de enfermería, para resolver determinadas situaciones sociales y para hacer un seguimiento más individualizado», apuntan los integrantes de la unidad de prevención. 

Paula Gutiérrez, enfermera.
Paula Gutiérrez, enfermera. Foto Emilio Fraile

En los últimos años, apuntan, se viene percibiendo además un incremento de los comportamientos autolesivos en los jóvenes. «Cada vez hay más, lamentablemente», apunta la enfermera, que señala a diferentes causas teniendo en cuenta, como se decía antes, que los factores son muy numerosos. «Desde casos de acoso escolar hasta ambientes familiares muy complejos» pueden llevar a que un adolescente considere que no quiere seguir viviendo. 

«En los jóvenes, cada vez hay más intentos de suicidio»

Paula Gutiérrez, enfermera

Una situación que obliga a actuar con aún más agilidad. Las familias y los centros escolares se convierten aquí en los principales aliados, con una labor de vigilancia sobre el chaval para evitar males mayores. Si se observan comportamientos extraños en las aulas, se pone en marcha un mecanismo que deriva en la entrada en escena de los psiquiatras y psicólogos del equipo de Infantojuvenil. 

Cartel en el Hospital Provincial de Zamora.
Cartel en el Hospital Provincial de Zamora. Foto Emilio Fraile

Marcos González, Vanessa Martín y Paula Gutiérrez evitan medir el éxito de la unidad porque, aseguran, las variables que habría que tener en cuenta son cuantiosas. La gran mayoría de los pacientes que pasan por sus manos, no obstante, tienen buen pronóstico, y lo principal con ellos es que cuando el «rayo» del pensamiento suicida pasa por la mente, se sepa atajar rápido. «Cuando esa persona, antes de intentar lesionarse, comprende lo que le está pasando y descuelga el teléfono para pedir ayuda, ya consideramos que hemos tenido éxito», concluye la psicóloga. 

También Podría interesarte

@2023 – Todos los derechos reservados