En Zamora, 29.361 personas viven solas. Es decir, más del 17% de la población de la provincia reside en su hogar sin compañía, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) correspondientes al 1 de enero de 2024. El dato como tal dice poco, pero la comparación con una fecha tan reciente como el primer día de 2021 sí resulta llamativa. Por entonces, la cifra de hogares unipersonales era de 27.361; exactamente 2.000 menos. La tendencia resulta evidente.
En realidad, en Zamora, hay unos 900 hogares más que hace tres años, 76.964 en total, pero solo aumentan los que cuentan con una sola persona o con dos, ya sea en ese caso en formato pareja u otro tipo de convivencia. Por el contrario, caen los que tienen tres miembros o los que acogen a cuatro o más individuos. Dicho de otro modo, las casas grandes merman, mientras la vida individual gana peso.
En base a estos datos, el tamaño medio de los hogares se ha reducido de 2,2 a 2,14 personas en la provincia de Zamora, que se encuentra en la última posición de España dentro de esta estadística. Los números, como es costumbre en estos casos, tienen varias lecturas y se pueden interpretar tanto en positivo como en negativo.
Con el vaso medio lleno, cabe pensar que los bajos precios de los alquileres permiten que las personas jóvenes puedan permitirse vivir en solitario o en pareja y evitar así el fenómeno que se produce en ciudades grandes, donde miles de personas se eternizan en los pisos compartidos ante la imposibilidad de pagar sin ayuda las elevadas rentas que exigen los dueños de los pisos.
Por contra, con el vaso medio vacío, la mirada se sitúa en las personas que sufren la llamada soledad no deseada. Es decir, aquellas que residen sin compañía en contra de su voluntad. Se trata, en muchos casos, de personas de edad avanzada, sin pareja por unos motivos u otros, que a veces precisan de una atención cercana de la que carecen.
Los problemas en los pueblos
En numerosos pueblos de la provincia, la lejanía de la familia más cercana agrava estas circunstancias. Sin ir más lejos, algunos vecinos de Ufones, una pequeña localidad de Aliste, alertaban de este problema durante los días en los que el pueblo se quedó sin teléfono, como les sucede de manera periódica. En estos casos, la soledad también entraña un riesgo y se consolida como un fenómeno difícilmente subsanable.
Desde las instituciones y desde organismos como el Cenie se están promoviendo diferentes acciones para paliar la soledad no deseada, principalmente de los mayores, que van desde medidas de índole más práctica en la atención domiciliaria como de naturaleza orientada a favorecer la sociabilidad de este grupo de personas.
El plan de acción de la Junta para el periodo 2022-2025, iniciativas divulgativas como las incluidas en el congreso «silver» organizado por la Diputación en noviembre o las actividades y talleres en los CEAS tanto rurales como urbanos, en el caso del Ayuntamiento de la capital, tratan de trabajar en la lucha contra este problema que también implica a las ONG o a las asociaciones privadas y que, a la vista de las estadísticas, no va a hacer más que recrudecerse en los próximos años.