A finales de la semana pasada, el organismo estadístico oficial de la Unión Europea, el Eurostat, alertó del envejecimiento que afecta, en general, a todo el espacio comunitario. Según las últimas cifras, el promedio de edad en el conjunto de los 27 países pasó de 42,2 a 44,5 años. Se trata de un dato ligeramente superior al de España, que se sitúa en 44,1, pero que tiene algunos territorios bien por encima de ese listón; sobre todo Zamora, que está entre las provincias candidatas a liderar el ranking continental del envejecimiento cuando el siglo XXI alcance su ecuador.
Al menos, eso dicen las proyecciones realizadas por el propio Eurostat, que tienen en cuenta la tendencia de un territorio cuyo envejecimiento ha sido más acelerado que el del país y que el del conjunto del continente desde 2013. Si en la UE el promedio se ha incrementado en 2,3 años y en España, en 2,4, en Zamora lo ha hecho en 2,7 hasta llegar a los 51,65 actuales. Se trata del caso más extremo que se puede observar en una comunidad donde no sobra el talento joven.
Con esa realidad como telón de fondo, la semana pasada, el ministro de Transportes, Óscar Puente, habló de Castilla y León como «un geriátrico a cielo abierto», en el contexto de una crítica a Vox. El responsable gubernamental, antes alcalde de Valladolid, tiene cierta tendencia a provocar incendios cada vez que tiene un micrófono delante, y esta vez llegó incluso a alterar tanto al Gobierno de la Junta que su presidente, Alfonso Fernández Mañueco, le envió una carta al presidente Pedro Sánchez para reprocharle el comportamiento de este miembro del Ejecutivo.
Sin necesidad de entrar en ofensas, ni de tildar de nada a los territorios que tratan de sobrevivir en un contexto en el que muchas veces faltan recursos públicos, no llegan las autovías o pasan de largo los beneficios fiscales de los que disponen otras zonas, lo cierto es que lugares como Zamora deben afrontar un reto particularmente difícil en las próximas décadas. A expensas de que la Junta y el Gobierno de España se impliquen de un modo más decidido en la lucha contra el deterioro demográfico, los datos sitúan a estos lugares ante el abismo.
Los datos
Según las cifras oficiales del Instituto Nacional de Estadística, en estos momentos, los mayores de 65 multiplican al menos por nueve a los menores de 16 en 124 de los 248 municipios de Zamora. Las edades escogidas no son aleatorias; son las que se utilizan para medir la tasa de envejecimiento de los territorios. Aquí, el 98% está por encima del promedio nacional y solo tres ayuntamientos cuentan con más niños que jubilados. Son los casos de Roales, Monfarracinos y Arcenillas.
Del lado contrario, hay ocho municipios donde ni siquiera se puede hacer el cociente entre los mayores de 65 y los menores de 16 para calcular esa tasa de envejecimiento. En tal escenario se manejan Cuelgamures, Prado, Quintanilla del Olmo, San Esteban del Molar, San Martín de Valderaduey, Santa María de Valverde, Villárdiga y Villaveza de Valverde En esos lugares, no hay ni un solo niño para realizar la división, lo que genera mucha incertidumbre en torno al futuro, por no utilizar un lenguaje más duro.
Otros municipios en problemas son Pinilla de Toro, con 97 jubilados y un niño; Matilla de Arzón, 73 y 1; Villaferrueña, 58 y 1; Brime de Urz y Pías, 50 y 1; o Cerecinos de Campos y Villaveza del Agua, 94 y 2. La situación mejora en los ayuntamientos grandes, pero sin alardes. En Zamora capital hay 7.058 menores de 16 y 16.339 mayores de 65.
En toda la provincia, la cifra de niños todavía se mantiene por encima del listón de mil por generación, con 16.300, pero los que tienen la edad de los abuelos se pueden hasta turnar con comodidad para cuidarlos. Son 53.276, así que los triplican con holgura.
La comparación con otras provincias
Por poner un poco en contexto la realidad, Zamora tiene 32.000 habitantes menos que Cuenca, pero 7.500 personas más en edad de jubilación; 109.000 vecinos menos que Guadalajara, pero casi 8.000 mayores de 65 más; y 60.000 empadronados menos que Huesca, pero 1.700 hombres y mujeres más por encima de la citada barrera. La realidad se puede dulcificar de varias formas, pero la provincia lleva esta inercia mientras sigue escuchando advertencias o chascarrillos sobre geriátricos.