Señoritos y señoritas. Gordos y flacos. Birrias. Toreros y, sobre todo, el toro. Morales de Valverde ha celebrado hoy su tradición recuperada, el Toro de Carnaval, que sitúa a la localidad en el mapa de las mascaradas, curiosamente, una semana después de lo que sería preceptivo. Una decisión tomada, explica el alcalde de la localidad, para favorecer la animación en las calles del pueblo y para que haya más vecinos viendo al toro.
Así que, un semana después, el «anárquico» carnaval de Morales de Valverde se ha puesto en escena en torno, como siempre, al toro. Decenas de vecinos se visten de faena y salen a las calles para participar en una tradición perdida durante prácticamente tres décadas y recuperada hace escasos años y que, como sucede en casi todos los pueblos, ha tenido que cambiar. Ya no son evidentemente los mozos los que se visten, porque no hay, así que son los vecinos de más edad los que se vuelcan en que las costumbres perduren. Y, de momento, lo están consiguiendo, pues ya han conseguido formar parte de Mascaraza, la asociación que agrupa a las mascaradas zamoranas.
El toro, compuesto por un armazón de madera tapado con una sábana, y el torero, son los personajes principales. El gordo, con un mono relleno de paja, y el flaco forman parte de los secundarios, como la señorita (tradicionalmente un hombre disfrazado) y el señorito (al revés). Y, a mayores, los birrias, cuya misión consiste básicamente en meter ruido. Una teatro callejero que culmina en la plaza, donde se da muerte al toro para dar por concluida la mascarada sin que falte, claro, la merienda para los vecinos.