El fallecimiento de Juan María Uriarte, el que fuera obispo de Zamora entre los años 1991 y 2000, ha vuelto a poner de actualidad su papel en la provincia en unos años clave en la historia política reciente de España. Porque Uriarte, además de clérigo, fue muy político, y suyo es un papel fundamental en la historia del terrorismo etarra a finales del pasado siglo. Siempre sin pelos en la lengua cuando se tuvo que posicionar en aspectos relativos a la banda terrorista, algo no siempre fácil siendo vasco, Uriarte fue protagonista, estando en Zamora, de las negociaciones entre el Gobierno de Aznar y la banda.
Pero antes de hablar de eso, conviene echar la vista atrás. Uriarte fue ordenado sacerdote en Bilbao en 1957 y nombrado obispo auxiliar de aquella diócesis vasca en 1976. A partir de entonces sus declaraciones sobre el terrorismo etarra son constantes, siempre condenando tajantemente los hechos que se iban sucediendo.
La cuestión cambia en enero de 1991, meses antes de ser nombrado obispo de Zamora. Junto con monseñor Luis María Larrea, Uriarte firma la carta pastoral «Hermanos y amigos de los presos». Ahí denunciaba las condiciones de las cárceles españoles, aseguraba que muchos presos etarras se encontraban en condiciones fuera de la ley e incluso llegaba a calificar como «presos políticos» a parte de los detenidos. «La tarea evangelizadora en el mundo de la prisión requiere un saber hacer que nace de la sensibilidad cristiana y de la preparación adecuada de los trabajadores pastorales. No son suficientes ni la buena voluntad ni la pura generosidad. Los presos necesitan ayuda, pero no cualquier tipo de ayuda. Quien se dedique a esta actividad pastoral, ha de estar dotado de unas aptitudes y adquirir una preparación básica y específica”, aseguraba Uriarte en el texto.
Llegada a Zamora, en 1991
Una carta que tensa las relaciones de la iglesia vasca con el prelado, que meses más tarde es desplazado a Zamora, desde donde llevaría a cabo un papel fundamental en la lucha del Estado contra el terrorismo. Lo recuerda la propia Diócesis de Zamora. Estando en la provincia, Juan María Uriarte inició su labor como interlocutor entre el Gobierno de España y la banda terrorista ETA. De hecho, fue en Zamora donde conoció, en 1996, al entonces ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja, quien invitado por el exalcalde, Antonio Vázquez, visitó la ciudad para asistir al acto de juramento del Miércoles Santo. «Una visita, que, por cierto, le unió de manera definitiva a esta tierra y en concreto a su Semana Santa».
Mayor Oreja, también vasco, mostró entonces su intención de saludar al obispo. El encuentro se produce, propiciado por Antonio Vázquez, en dependencias eclesiásticas en la mañana del Jueves Santo. «Tan interesante resultó, que lo que iba a ser en un primer momento una mera cortesía, se convirtió en una jornada intensa de diálogo y de reflexión sobre un asunto crucial en la vida de España: el terrorismo etarra».
Años más tarde, Juan María Uriarte, «gran conocedor de la sociedad vasca, fue elegido por el Gobierno de Aznar como mediador con la banda terrorista ETA. Una postura que no siempre fue bien entendida por una parte de la sociedad», asegura hoy la Diócesis de Zamora. El papel de mediador lo mantiene Uriarte entre el 16 de septiembre de 1998 y noviembre de 1999, mientras duró aquella tregua.
Entrevistas con miembros de la banda
En noviembre de 1998, como subrayan las crónicas sobre la vida del prelado, Uriarte se entrevistó con el lugarteniente del número dos de ETA (Mikel Albizu), Jokin Etxeberria y, semanas después, es el encargado de transmitir a ETA la predisposición del Gobierno de Aznar de celebrar una reunión en Suiza, reunión en cuyos preparativos intervino.
Tras este encuentro la Policía francesa detiene a Etxeberria y ETA reniega de la mediación iniciada por el obispo de Zamora al considerar que la Policía seguía sus pasos. Después, fue el encargado de contestar al comunicado con el ETA ponía fin a la tregua, en 1999. Y en el año 2000 dice adiós a Zamora, convirtiéndose en obispo de San Sebastián. Hace casi 24 años de esto, pero Uriarte forma, por méritos propios, de un papel destacado en la memoria colectiva de la provincia de Zamora.