Hace casi un siglo que la radio acompaña a los españoles. En noviembre de 1924, empezó a funcionar la primera emisora de Barcelona y, tras ella, llegaron en cascada las aperturas en las principales ciudades del país. Zamora tardó en subirse a la ola y, todavía entrados los años 30, los vecinos que tenían aparato apenas podían escuchar la frecuencia que llegaba desde Salamanca a través de la llamada EAJ-56. Esa nomenclatura estaba establecida en base al orden de puesta en marcha de las emisoras, por lo que ya se habían abierto 55 antes de que los charros contaran con la suya.
Radio Zamora fue finalmente la 72 y nació gracias al impulso de Jacinto González Alonso. Así lo explicó a finales de 2023, en el marco del III Congreso de Historia de la provincia, el profesor Félix Rodríguez Barrios, autor de un estudio sobre la puesta en marcha de un proyecto que tuvo su origen en 1934 y que se asentó a raíz de la Guerra Civil.
Jacinto González (1897-1983) era entonces el dueño del famoso Bazar J y de la librería La Religiosa. En su establecimiento «se vendía de todo», casi como «un Corte Inglés o un Amazon» de entonces, según relató Rodríguez Barrios. Entre lo que comercializaba aquel zamorano se encontraban también los primeros aparatos de radio, unos artilugios que se vendían por cantidades a partir de las 25 pesetas (15 céntimos), pero que entonces solo permitían escuchar emisiones ajenas a la provincia.
En su ánimo por «incentivar las ventas» de los aparatos, Jacinto González se propuso la creación de la primera emisora local: «Hay referencias de un primer ensayo clandestino que se llevó a cabo en 1934 en un piso de la Feria», reveló Rodríguez Barrios, que mencionó igualmente la organización de dos muestras, ese mismo año y el siguiente, para exhibir los distintos modelos disponibles para el público. En la de 1935, el Heraldo habló de una asistencia de hasta 10.000 personas en una ciudad que entonces apenas contaba con 21.000 habitantes.
Levi, una figura clave
En aquel entonces, casi todas las radios eran de la marca Phillips y requerían de un servicio técnico disponible en la ciudad. De esa tarea se encargó inicialmente Ángel González Vigil, conocido como Levi, «una figura imprescindible» para entender el nacimiento de la radio en Zamora. Poco después, se incorporó a esa tarea Mauricio Ladoire, que también se encargó de organizar las primeras pruebas serias para la puesta en funcionamiento de la emisora anhelada por Jacinto González.
Entre diciembre del 35 y enero del 36, se llevaron a cabo unos ensayos en los que varios radioaficionados devolvieron el control. Radio Zamora funcionaba, y lo hacía con un alcance de hasta 60 kilómetros. Pero entonces llegó un obstáculo inesperado. En las primeras emisiones, los trabajadores ponían discos de música y la Sociedad General de Autores de la época, equivalente a la actual SGAE, denunció a la emisora. Jacinto González decidió clausurarla «a la espera de tiempos mejores».
Lejos de la bonanza, pronto estalló la Guerra Civil y la radio resurgió como instrumento útil para el bando sublevado, que controló desde el principio la ciudad. Ya el 21 de julio, tres días después del golpe, las emisiones oficiales eran una realidad. La contienda pasó, llegaron los casi 40 años de dictadura, más tarde la democracia y, de su mano, el siglo XXI, pero Radio Zamora continúa emitiendo ininterrumpidamente desde entonces.
«Don Jacinto quería que todo el mundo tuviera una radio e información de primera mano», destacó en su ponencia Rodríguez Barrios, que aclaró que, en los primeros tiempos, se realizaban tres emisiones diarias: mañana, tarde y noche. A partir de ahí, la programación fue creciendo, e incluso en los años 50 comenzaron a darse en directo las procesiones de Semana Santa.
Ayudas a Ribadelago
En paralelo, el prolífico Jacinto González impulsó ayudas humanitarias desde la emisora, como la que se prestó a las víctimas de la tragedia de Ribadelago en 1959 y creó incluso una revista llamada Merlú, que siguió abierta hasta el fallecimiento de su creador, en 1983.
En este proceso, hasta el humorista Miguel Gila, afincado un tiempo en Zamora, llegó a trabajar para Don Jacinto: «En uno de sus libros, cuenta que no pudo vender una radio en un pueblo de la provincia porque no fue capaz de sintonizar la emisora de Zaragoza para que la señora escuchara jotas», rememoró Rodríguez Barrios. Con las nuevas tecnologías, todo ha cambiado menos la esencia. La radio todavía acompaña, aún ofrece ese calor y resiste sin quebrarse al empuje de la novedad.