La Consejería de Medio Ambiente ha iniciado ya los contactos con los alcaldes de las zonas afectadas por la posible introducción del lince ibérico en Zamora. Después de una reunión preliminar celebrada hace unas semanas en la que se pusieron sobre la mesa las líneas maestras del plan diseñado para la suelta del animal en el entorno del Duero y en el Cerrato (Palencia), el siguiente paso ahora es hablar con los alcaldes, asociaciones de agricultores y federaciones de cazadores para explicarles con más detalle el alcance la propuesta.
La reunión, según indica Felipe Cuesta, alcalde de Villaseco del Pan, en declaraciones a este periódico, deberá producirse durante el presente mes de febrero. El objetivo es evaluar la aceptación de este proyecto por parte de los alcaldes, vecinos, propietarios de los terrenos, agricultores, cazadores y ganaderos y, en su caso, con el apoyo de los agentes locales afectados avanzar en la materialización de este proyecto de reintroducción.
Las dos áreas escogidas, los cañones del Duero y el Cerrato, son las únicas de Castilla y León que cumplen con los exigentes criterios para plantear la reintroducción de la especie. La normativa exige una superficie continua mínima de 10.000 hectáreas de hábitat adecuado –entendiendo como tal la intersección de una estructura y de una densidad de conejos adecuadas– de cara a permitir obtener una población de lince ibérico viable a largo plazo.
Esta primera fase de los trabajos técnicos fue validada por el Grupo de Trabajo del Lince Ibérico, perteneciente al Comité de Flora y Fauna –órgano de la Comisión Estatal para el Patrimonio Natural y la Biodiversidad encargado de coordinar actuaciones relativas a la conservación de las especies de la flora y de la fauna silvestres a nivel estatal, así como de las derivadas del cumplimiento de convenios internacionales y de la normativa comunitaria–. El Comité está integrado por representantes de las comunidades autónomas y del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico.
El lince ibérico se extinguió en Castilla y León en la década de los ochenta o principios de los noventa del siglo pasado, coincidiendo con un importante declive en las poblaciones de conejos debido a la aparición de la denominada Enfermedad Hemorrágico Vírica, que atacó a las poblaciones de conejo a nivel mundial y castigó severamente a las poblaciones ibéricas, previamente mermadas por los efectos de la mixomatosis, llegando en muchos casos a la práctica desaparición del conejo silvestre en zonas donde era tradicionalmente abundante.
En este sentido cabe destacar que el lince ibérico es un eficaz controlador de otros depredadores más generalistas como el zorro o el meloncillo, dando como resultado que en aquellos territorios donde se establecen poblaciones de lince ibérico disminuye notablemente la densidad de otros depredadores, beneficiando de este modo a las poblaciones de especies cinegéticas de caza menor.