Higinio Vázquez (1930) y José Luis Alonso Coomonte (1932) son hoy dos nonagenarios admirados por su trayectoria y por su longevidad no solo vital, sino también artística. El primero de ellos, afincado en Madrid, asegura que la relación entre ambos es buena y que incluso ha estado en el taller del virtuoso benaventano, a pesar de que, en ocasiones, les tocó competir por algunos trabajos. Así ocurrió, por ejemplo, con la obra de la antigua Caja Provincial de Ahorros de Zamora (1987), ubicada todavía al pie de la Delegación Territorial de la Junta en la Marina.
Vázquez, que conserva la maqueta y una reproducción a tamaño real de aquel proyecto, narra cómo se desarrolló el proceso de selección: «Cuando la entidad hace su gran edificio, el arquitecto Lucas Espinosa había proyectado dos relieves a cada lado y pensó en los mejores escultores de España en esa época: Oteiza, Chillida o Subirachs. Finalmente, desistió de esa idea y nos enfrentaron a José Luis Coomonte y a mí», explica el artista de El Pego.
En esa tesitura, «hubo una reunión de unas diez personas con representantes de la Caja, el arquitecto, el aparejador» y los dos artistas. La idea de los promotores era que Vázquez y Coomonte ejecutaran la obra artística de forma conjunta: «Decidimos que no, que uno u otro. Y así fue. Luego quedamos en hacer el proyecto a una escala 1:5 y yo me opuse frontalmente porque era una barbaridad. Ya llegando a Madrid, convencí por teléfono al arquitecto y a José Luis para hacerlo a 1:10», repasa el primero de los aspirantes.
Higinio Vázquez presentó «tres ideas» y le dieron el encargo «por unanimidad» frente a la única propuesta planteada por Coomonte. «Pero un momento, había un presupuesto de 14 millones de pesetas y yo di una cantidad de 36», advierte el artista de El Pego, que admite que se lo jugó todo: «Tuve suerte y lo aprobaron», añade el zamorano, que celebra, además, que algunas de las ideas que les transmitió a los arquitectos «se llevaron a efecto».
«En el caso de la obra de Zamora, Lucas Espinosa tenía la reja de entrada movida solo para un lado. Entonces, me fui expresamente hasta allí con la idea de abrir las rejas en dos mitades, porque si no le quedaba el hall desvencijado. Se aprobó y empecé la maqueta, que cuesta trabajo y cuesta dinero», añade el escultor.
Demoras con el mármol
Vázquez dio un tiempo de ejecución concreto y fue a por el material con un importador de mármol y un ingeniero de caminos. El tema del mármol le causó quebraderos de cabeza y demoras que finalmente no alteraron el proyecto: «Me retrasé dos meses, pero lo admitieron, me dejaron trabajar a gusto e hice lo que quise», rememora el escultor, que no olvida pese a los años.
Por si acaso, hace unos meses, Vázquez regresó a Zamora para ver una vez más su creación: «Fui con José Andrés Casquero y me quedé emocionado. Coño, Higinio es capaz de hacer todo esto», reivindica el artista, que cuenta esta historia en el marco del reportaje publicado este fin de semana por Enfoque desde el almacén del creador en el barrio de Hortaleza en Madrid.
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