El concepto «serpiente multicolor» se ha utilizado muchas veces para hacer referencia al pelotón del Tour de Francia, una prueba ciclista que recorre las regiones del país donde se ha prendido la mecha del descontento de los agricultores en Europa. Durante estos días, a la sucesión interminable de tractores que avanzan por las calles de Zamora casi de continuo también se le puede aplicar esa expresión, aunque en esta caravana los ataques son unidireccionales: de los gobiernos a los agricultores. Al menos, así lo perciben sus protagonistas, más de 200 en la movilización de este jueves por la mañana.
En torno al mediodía, los tractoristas se plantaron en la Marina, aparcaron sus vehículos en plena calzada y se quedaron estacionados en el centro de la ciudad para ofrecer otra estampa de una protesta que no cesa. Van tres días y serán más. En la zona peatonal de la plaza, algunos de los manifestantes comentaban la situación mientras evaluaban sus opciones de cara a las próximas movilizaciones. Muchos de ellos tienen claro que toca pelear para sacar algo en claro, porque les va el futuro en ello. ¿Pero qué es lo que reclaman exactamente?
La PAC, las importaciones o los cultivos «que ellos quieren»
Una de las personas que mejor se explican dentro del amplio colectivo es Pedro Pablo Ballesteros, un agricultor de Molacillos que subraya que esta es una protesta «necesaria» y que llega ahora favorecida por la época del año: «No se pueden hacer labores». El profesional pone el foco enseguida en la nueva PAC, «una de las mayores tropelías que se han hecho en los últimos años en el campo» y avisa de que «el palo» va a ser para todo el sector primario en general, «también para la ganadería».
Ballesteros recalca que la reforma planteada es «muy agresiva» y asevera que las nuevas circunstancias abocan a la gente a marcharse del campo: «Van a echar a la poca gente que se quiere quedar», insiste este vecino de Molacillos, que no descarta que otros más veteranos como él acaben «arruinados». «Le digo a la opinión pública que no piense que estamos en su contra porque vengamos a la ciudad; es que nos tenemos que levantar», añade.
Este agricultor recuerda que, en tierras como esta, «la agricultura produce alimentos de una gran calidad» y lamenta que ahora, en Europa, se permita la entrada de productos «que no cumplen con la trazabilidad». «Mientras, a nosotros nos aprietan tanto que a lo mejor nos toca abandonar. Va a haber explotaciones que van a cerrar con la ruina detrás», defiende Ballesteros.
Desde Valladolid
El escenario se ha torcido tanto que algunos profesionales han venido a Zamora a manifestarse desde otras provincias. Tal es el caso de Víctor del Caño, de Villafranca del Duero (Valladolid), que indica que «entre los políticos y la PAC, esto es insoportable». El profesional señala que los manifestantes vienen por libre para denunciar que, en el nuevo marco, les «obligan» a sembrar lo que las autoridades quieren y con «cultivos que no son rentables».
«Lo que estamos viviendo es una ruina total. Yo llevo desde los 18 años, tengo 52 y este es uno de los peores momentos desde que me incorporé, y con mucha diferencia», sostiene Del Caño, que tiene claro hasta cuándo mantener el pulso: «Hasta que nos den algo».
Ya desde Zamora capital, Vicente Martín pone el foco en la burocracia: «Tendríamos que tener una oficina solo para que nos llevaran los papeles. Luego está la PAC… Es un cúmulo de cosas», explica el profesional, que deja claro que la Política Agraria Común no la entienden ni los afectados: «No nos dejan sembrar nada más que lo que ellos digan y cuando ellos digan», clama este agricultor, que también opina que este es «el peor momento» desde que él se encuentra en el sector.
Sin distinguir «una oveja de una vaca»
Martín añade que los agricultores trabajan «por debajo de los costes» a pesar de los intentos de protección de las normativas y recuerda que «los agricultores de toda Europa están igual». «Nos tocará estar más de un día y más de dos», admite el profesional zamorano, antes de que, unos metros más allá, un grupo de compañeros de La Guareña aportara una frase bastante gráfica para comprender otra parte del enfado: «No puede ser que mande alguien que no distingue una oveja de una vaca».