– Dejan el barrio un poco huérfano, ¿no?
– Puede ser. Nosotros también nos quedamos un poco huérfanos sin la tienda. Y sin el barrio.
Eugenio y Carmen han acercado la cultura a Los Almendros durante los últimos 35 años. Son los dueños de la librería Líneas, abierta en la calle de Villalpando desde hace más de tres décadas y media. Un reloj de arena que iniciaron al comenzar con el negocio y que en estos momentos se encuentra vaciando sus últimos granos, porque Eugenio y Carmen se jubilan.
La andadura del negocio comenzó en el año 1988, cuando Eugenio de la Prieta pierde su trabajo en la fábrica textil de San Jerónimo. Misma época en la que Carmen deja de trabajar en el negocio familiar en el que llevaba años empleada. “Nos vimos sin un sustento y algo teníamos que hacer”, asegura ella, que recuerda que aquella época coincidió con el nacimiento de su hija. “El de los libros y papelería era un negocio que nos gustaba, muy limpio y de cara al público, algo que a mí siempre me ha gustado”, asegura Carmen Chiches. En el barrio había una librería que, justo en esos meses, cerraba. “Así que vimos la oportunidad y allá que fuicmos”.
El matrimonio vio pronto que en el barrio, habitado por un importante número de familias con niños y próximo a varios colegios e institutos, la papelería tenía más tirón que la literatura. “Aquí puedes comprar libros, pero nuestro negocio fundamental siempre ha sido el material escolar”, asegura Carmen. “Lo que más hemos trabajado ha sido el libro de texto, esa ha sido la gran vía de ingresos de este negocio”. Así que el comienzo de curso, aseguran, ha sido la época de más actividad año tras año. “No te exagero si te digo que casi todos los niños que se han criado en el barrio en los últimos años han comprado aquí su material escolar”, añade Carmen.
Líneas dejará de estar regentada por el matrimonio de Eugenio y Carmen a comienzos del mes de abril, aunque seguramente, si nada se tuerce, seguirá abierta. “Hay una chica que está interesada y que parece que se lo va a quedar. A mí me hubiera dado mucha pena cerrar el negocio. Tanto que, si no se hubiera interesado nadie, seguramente lo hubiéramos mantenido unos meses más a ver qué pasaba. Yo no quería que este negocio fuera otro de los que se cierran en el barrio”, apostilla Carmen, que recuerda que una tienda cercana y un bar han bajado la persiana definitivamente.
Como siempre sucede cuando se jubila un emprendedor, lo primero que se abre es una ventana de tiempo libre desconocida durante toda la vida activa. “Nosotros teníamos vacaciones siempre en Semana Santa. Aprovechábamos que era una semana con muchos festivos y de poca actividad para cerrar unos días y descansar. Pero no sabemos lo que es tener quince días de vacaciones”.
Lo sabrán a partir de ahora. De hecho, la pareja ya se ha apuntado al Club de los 60 y “nos ha tocado”, así que no tardarán en irse ocho días a Canarias. Todo un lujo impensable durante muchos años y que ahora está al alcance de la mano. Serán solo unos días hasta que el negocio reinicie su actividad, pero seguro que los vecinos del barrio ya lo notarán.