El fenómeno de la despoblación de las zonas rurales es una tendencia que viene produciéndose en España desde hace varias décadas por el atractivo social y económico de las ciudades. En el siglo XXI este proceso se ha acentuado, sobre todo de la mano del envejecimiento de la población.
En un estudio reciente hemos analizado la importancia de la conectividad física y la conectividad digital como factores susceptibles de atraer o mantener población en los municipios españoles entre 100 y 10 000 habitantes.
Del campo a la ciudad
En gran parte del interior de España las densidades de población son semejantes a muchas zonas de Escandinavia que se consideran inhabitadas. A diferencia de lo que ocurre en esas latitudes, el fenómeno español es distinto: se inició con la migración masiva del campo a la ciudad, a mediados del siglo pasado, y se ha ido acentuando con los años. Se trata, pues, de la pérdida del atractivo (relativo) de estos territorios para acoger a la población.
El hecho de que la reducida población en estas áreas sea resultado de un proceso de pérdida de población y no de haber carecido de una población significativa (como sí ocurre en gran parte de Escandinavia) es lo que ha llevado a preferir el término España vaciada frente al de España vacía.
El fenómeno de la despoblación
La progresiva despoblación de gran parte del territorio español ha despertado gran interés y preocupación desde varios puntos de vista. Por una parte, encontramos aspectos que se pueden considerar clásicos:
- El reajuste de la provisión de servicios públicos para adaptarlos a la nueva realidad, teniendo en cuenta que la provisión de estos servicios a una población menguante implica mayores costes y puede convertirse en una fuente de desigualdad.
- La pérdida de valor de las dotaciones de capital público (desde escuelas u hospitales a infraestructuras como carreteras o redes de transporte de energía) y de los bienes culturales (por la dificultad de cuidar y mantener un patrimonio histórico relevante).
Por otra parte, también encontramos un elemento sociocultural. Aquí incluimos que la despoblación de parte del territorio supone la pérdida de rasgos que constituyen el acervo cultural de nuestra sociedad, así como un mayor impacto ambiental en la medida en que la población de las zonas rurales contribuye a mantener la biodiversidad y a la gestión de los recursos naturales.
Así, no es extraño que, desde distintos ámbitos, se hayan reclamado políticas públicas para revertir esta tendencia. Tanto instituciones nacionales como europeas han diseñado y aplicado un conjunto de medidas para intentar frenar la despoblación.
El objetivo de estas medidas sería aumentar el atractivo de las zonas en riesgo y mitigar los impactos de la pérdida de población.
La conectividad, ¿física o digital?
El desarrollo de las tecnologías de la información ha multiplicado la oferta de servicios basados en su uso. Desde servicios financieros o de la Administración a aquellos ligados al ocio (como plataformas de streaming o deportes electrónicos). Además, una de las consecuencias de la pandemia de covid-19 ha sido que muchas de las actividades que se hacían de forma física o presencial ahora se pueden hacer online.
Estos elementos han puesto sobre la mesa la importancia de la conectividad digital para atraer y mantener a la población a zonas rurales.
La cuestión es si la conectividad digital puede resultar sustitutiva de la conectividad física con núcleos urbanos de referencia, donde se prestan más servicios, la actividad económica es mayor y la oferta de actividades sociales aumenta tanto en cantidad como en variedad.
Conclusiones
Las principales conclusiones de nuestro estudio señalan que, pese al carácter sustitutivo de las TIC para muchas actividades (económicas, sociales o de ocio), la distancia física a núcleos urbanos de referencia continúa siendo un factor importante para mantener la población.
Pero también la existencia de infraestructuras digitales de comunicación (como la banda ancha) se ha convertido en un factor determinante para la evolución futura de la población. Se confirma pues la importancia de la conectividad digital, tanto para el bienestar de la población como para el desarrollo de las actividades económicas en el territorio.
Se puede decir que la dotación de infraestructuras de comunicación digital se ha incorporado como factor relevante, de cara a mantener la población en los municipios españoles pequeños y medianos.
La constatación de este hecho, y de que son necesarias tanto la conectividad física como la digital, debe servir de patrón orientador en el diseño de políticas que busquen mantener o aumentar el atractivo de las zonas rurales.
Fernando Merino de Lucas, Catedrático de Economía Aplicada, Universidad de Murcia; Carlos-Javier Prieto-Sánchez, Profesor de Organización de Empresas, Universidad de Salamanca y María Asunción Prats Albentosa, Profesora de Economía Aplicada, Universidad de Murcia
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.