– «¿Estás cómodo aquí? Es la sala en la que estuviste el otro día»
– Si, sí, perfecto.
En las entrañas del Colegio Universitario, dentro de la planta donde se ubican las dependencias del centro asociado de la UNED en Zamora, Luis Miguel Cejuela se prepara para su examen de Lengua. «¡Mamá, dame los cascos!», pide el joven antes de sentarse, colocarse los auriculares y centrarse en la prueba. El test forma parte de la evaluación del curso de acceso a la universidad que este chico de 26 años está tratando de sacar adelante; lo de los auriculares y la sala propia tiene que ver con la realidad del protagonista de esta historia: se trata de una persona ciega.
Los orígenes de todo hay que buscarlos hace unos quince años. Por entonces, Luis Miguel tenía 11 y se llevó «un golpe duro» que hizo temblar los cimientos de su vida y los de la de toda su familia: «Fui perdiendo la vista progresivamente por una enfermedad genética, una patología rara», recuerda: «Pronto dejé de ver casi totalmente. Tengo restos visuales de sombras que no son muy útiles. Soy lo que la ONCE considera un ciego total», señala este joven benaventano.
Al principio, a Luis Miguel le costó aceptar su nueva realidad: «En la etapa de la adolescencia, ni lo entiendes ni sabes por qué. Sentía mucho dolor y frustración, y era difícil de llevar en el entorno familiar», indica el estudiante, que agradece el apoyo de la ONCE en su proceso de mejoría psicológica: «Ahora, esta es mi nueva vida y está superado», asegura.
Sin embargo, entretanto, las nuevas circunstancias le afectaron en sus estudios: «Para ponerme al día fue complicado. Conseguí sacar la Educación Secundaria Obligatoria y he intentado algún grado medio o superior, pero resulta difícil», remarca Luis Miguel, que siente que ahora ha llegado el momento de dar un paso más en su proceso académico: «Me he adaptado a mis capacidades y me veo con fuerzas», recalca.
La alternativa de la UNED
Con ese convencimiento, Luis Miguel Cejuela buscó y encontró la UNED: «Pienso que con los estudios a distancia puedes limitar muchas barreras y gestionar mejor tu tiempo. Resulta complejo seguir el ritmo de una facultad, la relación con un profesor que a veces enseña a la antigua usanza y que tiene 70, 80 o 100 alumnos, y también todo lo que implica ir a un campus», repasa el joven benaventano, que destaca la biblioteca y los recursos del centro que ha elegido, y que tiene clara una máxima: «La tecnología es mi mejor amiga».
Amparada en ella, este estudiante va dando pasos con el objetivo de matricularse próximamente en Derecho, a pesar de las limitaciones que encuentra en su camino y que él mismo reconoce: «Yo no voy a ser médico, por mucho que me gustara o que tuviera esa vocación», admite Luis Miguel, que tiene que lidiar con las particularidades de ciertas asignaturas que se le hacen más cuesta arriba, como Inglés, con las diferencias entre la ortografía y el idioma hablado o la Historia del Arte, por razones obvias.
Aun así, este aspirante a universitario entiende que, «con una buena actitud, todo se puede superar». De hecho, en paralelo a sus estudios, Luis Miguel también está inmerso en el reto de desarrollar una vida independiente en Salamanca, donde está formándose para obtener un certificado de profesionalidad en Gestión Administrativa. «Para encontrar un trabajo, todavía no me siento lo suficientemente formado», aclara.
Caso por caso
Mientras el alumno ejecuta el examen, los trabajadores de la UNED permanecen atentos por si surgiera alguna necesidad, pero todo debería ir rodado. El centro asociado sigue las instrucciones de Unidis, el Centro de Atención a Universitarios con Discapacidad que ha desarrollado la institución académica. Desde allí «se encargan de revisar caso por caso y de hacer las adaptaciones».
Generalmente, las personas que precisan de cierta ayuda para poder examinarse tienen opciones como más disponibilidad de tiempo, recursos tecnológicos, aulas aparte o cualquier otra opción que se adapte a su realidad. «Cada caso se analiza individualmente», señalan desde la UNED. En Zamora, hay unas 15 o 20 personas que demandan este apoyo en cada convocatoria: «Como es un centro pequeño, conocemos mucho a la gente y lo tenemos todo preparado», destacan.
Por eso, como estaba planeado, los dos exámenes que realiza Luis Miguel Cejuela durante la tarde del viernes se desarrollan sin sobresaltos: «Una voz me va leyendo el enunciado de las preguntas y yo voy escribiendo en el teclado; me sé las posiciones», aclara el interesado, con una actitud que evidencia que, en la UNED, van a tener que acostumbrarse a él. El Grado en Derecho aparece como el siguiente reto.