En plena calle Santa Clara, pero de la capital de España, palpita el sueño de Raúl Madrid. A este zamorano, eso de sueño no le gusta demasiado, le genera entre «pereza y agobio», pero él mismo admite que el término se ajusta bien a la realidad. Durante mucho tiempo, este diseñador de moda mantuvo latente la idea de dedicarse en exclusiva a su proyecto personal. Esa inquietud estuvo viva durante sus años de formación, mientras desarrollaba sus primeros trabajos y en el arranque incipiente de su marca. Ahora, todo ha explotado. La apertura del local en el que da forma a sus creaciones es solo un paso más en ese camino natural.
«Mi proyecto es una marca de moda emocional», explica el diseñador, sentado frente al enorme espejo que capitaliza la escena que se dibuja en sus instalaciones. El negocio lleva sus dos apellidos, MadridManso, y eso de la moda emocional se traduce en una particular «creación y confección de vestidos a medida para novias, eventos» o cualquier cita que lleve a una mujer a crear su propio look a capricho. «Yo no quería que esto fuese hacer ropa porque es bonita y ya», matiza el profesional.
Madrid admite las posibilidades de «llenar el ojo» solo con los diseños, pero aboga por ir un paso más allá: «A la hora de tratar con las clientas, me gusta saber de ellas. Cuanto más me cuenten, mejor voy a trabajar», asegura el diseñador. Sus preguntas iniciales van desde las más clásicas sobre el evento y sus preferencias hasta planteamientos sobre las partes del cuerpo que las clientas prefieren enseñar u ocultar con el vestido: «Se trata de crear un vínculo, no quedarse solo en que me cuenten y analizar en unos segundos», apostilla.
«Los procesos de mi trabajo se suelen dilatar en el tiempo, y yo me tengo que encargar de que haya una relación consistente, que se mantenga. Es importante la conexión, que pueda estar para ellas», insiste Madrid, que de momento se dedica a «los diseños y a la confección en exclusiva». «De cara a este año, tengo pensado hacer una colección para invitada que será tallada, pero a demanda, sin stock», aclara el diseñador, que se adapta, pero que tiene su propio estilo.
En esa línea, Raúl Madrid comenta que «parte de la estética de la marca va de una confluencia entre el pasado», el presente y el futuro, con unos «tintes retros» que evocan sobre todo la moda de los 60 y de los 70. Se trata de referencias aprendidas por un profesional que todavía no alcanza la treintena y que habla de su proyecto con ambición, pero sin perder el contacto con la nave nodriza. El objetivo de MadridManso es convertirse «en algo grande», aunque después de dar los pasos correctos.
Un proceso de búsqueda
Por lo pronto, el proceso ya «ha sido larguísimo». Raúl Madrid estudió Diseño de Moda y salió de la carrera sin tener claro el camino. Mientras dudaba, aprovechó para subirse a todos los trenes que pasaban por su lado a través de «ofertas o enchufes». «He tocado varios palos, pero siempre con mi idea personal detrás», recalca. Ese planteamiento le llevó al cine, al teatro, a la series o a la plataforma de jóvenes diseñadores de la Mercedes-Benz Fashion Week. «Al final, avanzaba y llegó un punto en el que me tenía que lanzar», recuerda.
Para entonces, el veinteañero zamorano ya había sido primer ayudante de vestuario en Élite, la serie de Netflix, y había participado en el diseño de las máscaras del programa televisivo Mask Singer: «Para volver a priorizar eso, siempre hay tiempo», apunta el creador, que ahora vive centrado en MadridManso y en el vínculo con sus clientas, que no tienen un perfil definido, pero que deben contar con un poder adquisitivo mínimo: «Esto no es confección en masa», admite el profesional.
De hecho, en un vestido, «a poco tiempo que le eches son 35 horas», una cifra a la que hay que sumar el diseño, la búsqueda de tejidos y las pruebas: «No va a salir por 200 euros», aclara Madrid, que sí matiza que siempre intenta que el precio «no sea un impedimento» para tratar de llegar al objetivo de sus clientas: «Evidentemente, si quieres seda natural, eso te va a incrementar el coste. Con un tejido más fácil, lo abaratamos. Me gusta trabajar con honestidad», explica el responsable de MadridManso.
Con esas particularidades en el negocio, el rango de edad de las clientas se suele mover entre los 25 y los 60 años, con las mujeres de 30 o de 40 como las más habituales. Lo normal también es que esas personas sean anónimas, pero no siempre ocurre: «Ayuda bastante la gente conocida. Yo puedo publicar todo lo que hago, pero cuando trasciende que alguien famoso ha confiado en la marca, la gente dice: vale, voy a preguntar», resalta Madrid.
Mujeres conocidas y Operación Triunfo
Por sus manos han pasado, entre otras, La Mala Rodríguez, Luz Casal, Lourdes Hernández, Ana Guerra o Natalia Ferviú. Esta última apareció recientemente en Operación Triunfo con una creación de MadridManso: «Esto hace que la gente ponga el foco en lo que haces y, sobre todo a nivel de redes, da buen resultado», analiza el zamorano, que se considera «un mal relaciones públicas» de sí mismo.
A pesar de ese handicap que él mismo admite, su realidad dicta que las cosas marchan bien: «Ahora mismo estamos dos: la persona que confecciona y yo, pero para algún proyecto he trabajado con una productora y también con modelos. De momento, el esquema se basa en trabajar desde dentro el diseño y la confección y lo demás con gente de fuera», sostiene Madrid, que ríe al apuntar que eso cambiará cuando su empresa «sea un imperio».
«A veces, peco de humilde, pero tengo que focalizar esto hacia algo grande si me quiero desarrollar creativamente junto a la marca», zanja Raúl Madrid. A sus 29 años, tiene toda su carrera por delante y el escaparate de la ciudad ante sí desde su particular calle de Santa Clara.