Pilar Castro (Madrid, 1970) lleva toda la vida en la interpretación. Desde los 14, como ella misma se encarga de subrayar. En esa dilatada trayectoria, la actriz nominada al Goya en 2009 acumula papeles en series y en películas que han visto millones de personas y que convierten su rostro en una de esas caras familiares para los amantes de la pequeña o la gran pantalla en este país. Pero es subida a las tablas del teatro donde mejor fluyen las emociones, donde aparece esa parte del oficio que no se percibe con tanta nitidez en las grabaciones. Este sábado, en el Principal y junto a Candela Peña, Castro verá de nuevo al público cara a cara.
– Usted dijo en alguna ocasión que el teatro le resultaba más sanador que un set de rodaje. ¿Por qué?
– Para mí, ya el hecho de trabajar es sanador. Somos afortunados en una profesión en la que trabaja tan poca gente, y yo misma también he estado mucho tiempo esperando. Pero a lo que me refería es a otra cosa. He tenido muchos momentos en mi vida muy difíciles, casi siempre he estado haciendo teatro y, cuando realizas el viaje de la función, terminas mucho mejor. Hay algo contigo y con el público, y es la comunión de dar y recibir; de estar fuera de ti y de estar con el otro; de interpretar. Eso siempre me ha parecido sanador. En el set de rodaje, a veces sucede, pero sucede menos. En el teatro es inmediato y casi siempre ocurre.
– Señala que a veces también ha estado tiempo esperando, sin recibir llamadas para trabajar. Si eso pasa en una carrera tan dilatada como la suya, ¿quién esté en una fase mucho más inicial tiene que asumir que eso le va a suceder mucho?
– Claro, te va a pasar muchísimo. Yo tengo una carrera extensa, pero empecé a los 14 años a trabajar y tengo 52. Es mucho tiempo. Y claro que te pasa. Esta es una profesión que va unida a la incertidumbre, a la inseguridad, a no saber. Te tienen que poder la pasión, el trabajo y la generosidad de entender que has nacido para ello. Luego, esto es un oficio y la práctica te va dando seguridad, tranquilidad y aprendizaje.
«Esta profesión va unida a la incertidumbre»
– ¿Se hace muchas preguntas cuando pasan meses sin que suene el teléfono?
– Pues claro. Lo que pasa es que afortunadamente yo, como también muchos actores, estoy un momento como muy dulce en la profesión, con las plataformas, el teatro y mucho cine interesante, aunque en mi caso esa última parte sea menos. Ahora tengo que restringirlo, tengo que decir a muchas cosas que no, pero tampoco he sido una actriz con muchas ofertas sobre la mesa. Lo he suplido con el teatro.
– La obra que representará el sábado en Zamora habla de una relación laboral entre una superior y una subordinada. Trasladado a la realidad, ¿en su sector también se ven situaciones en las que los jefes se lo hacen pasar mal a los actores y a las actrices?
– Yo he tenido más inseguridad propia que el hecho de que alguien me haya echado para abajo. Pero sí, hay situaciones de todas las formas y de todas las maneras en nuestra profesión.
– ¿Se habla poco de la realidad de los actores en las propias obras que ustedes representan?
– Yo creo que ahora los actores hablamos mucho y nos exponemos demasiado. Hay que hablar menos y profundizar más en el trabajo. Es verdad que somos inseguros y estamos expuestos, pero cada uno tiene que resolverlo como pueda. Yo creo que hay que hablar menos.
«Solo conozco a una persona que no tiene redes sociales: Carmen Machi; los demás las miramos todos los días»
– Usted se ha referido en alguna ocasión a lo que ocurre ahora con las redes sociales, un espacio que muchos profesionales utilizan para su autopromoción o para estar visibles. ¿Cómo se encuentra ese equilibrio entre estar visible y no estar constantemente expuesto?
– Afortunadamente, a mí esto ya no me ha pillado tanto. Pero para los más jóvenes las redes sociales ya son una herramienta de trabajo. Lo hemos hecho una herramienta de trabajo. Yo no conozco a nadie… bueno, sí, a una persona, Carmen Machi, que no tiene redes sociales. Pero casi todos los demás las miramos todos los días. Es una ventana. Antes eran los periódicos, las revistas, había una profundidad. Ahora es mirar, ver y saber si estás ahí o no estás. Cuando éramos jóvenes, para mí el Fotogramas era como mi semáforo, era una referencia. Pero ahora es diario y a todas horas.
– Y con un esfuerzo personal para estar presente.
– Sí. En cierto modo eres tú quien elige el contenido y cómo se expone, y eso está bien. Porque luego, cuando hacemos alguna cosa fuera, la manipulación que tenemos que ver a veces es terrorífica. Pero bueno, hay que buscar el equilibrio en la vida, como en todo. Tenemos que estar en las redes, pero para mí es muy complicado.
– En la obra, ¿cómo de complicado es, desde el punto de vista personal, interpretar a un personaje al que considera tan alejado de usted misma?
– Es duro, pero ahora ya le he cogido el tranquillo. Ya la he entendido bien, la defiendo bien. Pero me ha costado mucho, es muy diferente a mí. Ha sido un personaje muy complicado, pero me ha venido muy bien. El teatro es lo que tiene, que para mí ha sido un reto y ahora si me dieran un personaje cercano ya lo tendría muy trabajado.
«En todas las funciones se encuentra algo nuevo, tienes que ser un animal adaptativo»
– Junto a Candela Peña hablaban del tiempo que han estado buscando al personaje. ¿Esa es la parte más dura del trabajo o es peor la representación diaria?
– Lo más duro es encontrar al personaje; lo más duro y lo más bonito. Lo que pasa es que el proceso creativo es muy complicado, porque salen todas tus inseguridades, todos tus monstruos, cosas que te sacan de lo conocido. Es bastante tormentoso y luego, cuando lo tienes, el público es tu última pieza. Y la partitura cada día es la misma, pero las piezas cambian, y eso es maravilloso, porque hace que esté vivo. Siempre, en todas las funciones, se encuentra algo nuevo.
– ¿Y cómo es posible encontrar algo nuevo en una cosa que hace de forma repetitiva?
– Cada día pasa algo, estás presente. Y no todos los días estás igual. Esa palabra un día te suena de una manera y al día siguiente de otra; un día te sientas de una forma; otro día un movimiento es diferente, una mirada, un sonido, el público, el sitio… Y tú eres un animal adaptativo.
– ¿Cómo influye el hacer esta representación con una persona como Candela Peña a la que conoce tanto?
– Candela es un animal interpretativo. Te da todo y nos adaptamos a la perfección, nos miramos y ya sabemos. Respiramos lo mismo en el escenario, es algo mágico. Luego somos muy diferentes, pero en el escenario somos una piña.
«La terapia te da muchas herramientas»
– ¿Todos estos procesos, como el de la búsqueda del personaje, son iguales desde el inicio de su carrera o han ido variando?
– Ha ido evolucionando. Uno madura. Yo antes pasaba mucho por encima de mí para agradar a los demás, ahora no. Aunque siempre he sido muy fiel a mí. Tengo una manera de ser y una manera de crear muy particulares, y eso me lo ha dado mucho la terapia.
– ¿Ha enfocado la terapia hacia sus cualidades interpretativas o hacia su vida personal?
– A las dos cosas, creo que van de la mano. Lo primero, quitándote inseguridades; lo segundo, profundizando sobre las características humanas que tienes que interpretar. Eso lo vas descubriendo. La terapia te da muchas herramientas.
– ¿Cómo visualiza su carrera en los próximos diez años?
– Tranquila, haciendo mucha comedia y teatro; trabajando y disfrutándolo.