La «mafia» que se dedica al robo de galgos en la provincia y en otras zonas del entorno intensificó sus actos delictivos durante el 2023. Según ha comunicado este lunes la Subdelegación del Gobierno en Zamora, la sustracción de perros de esta raza se incrementó en un 70% el año pasado en relación a las cifras del ejercicio 2022. Las estadísticas respaldan, por tanto, la preocupación creciente de los dueños, que son conscientes del peligro que corren sus animales por culpa de esta realidad.
El encargado de ofrecer las cifras concretas ha sido el subdelegado del Gobierno, Ángel Blanco, que al hilo de las informaciones publicadas durante la última semana por este medio ha explicado que Zamora sufrió, solo en 2023, 17 robos con fuerza orientados a la sustracción de galgos.
En total, los delincuentes se llevaron 35 perros de esta raza, de los que más de 25 siguen desaparecidos, según la Subdelegación. Blanco ha aclarado que se ha recuperado apenas una cuarta parte de los animales robados, a pesar de los esfuerzos llevados a cabo por la Guardia Civil.
La unidad encargada de investigar estos delitos es el llamado equipo Roca de la Benemérita, que según ha aseverado también Blanco tiene abiertas varias operaciones «que avanzan en la buena dirección», con el fin de identificar y detener a los culpables de estos actos delictivos y de recuperar además a algunos de los animales.
Camino a lo ilegal y lo clandestino
Cabe recordar que este periódico contactó hace unos días con tres galgueros afectados por estos robos, que explicaron que «muchos de los galgos que se roban se usan para carreras ilegales». Se trata de animales que, una vez robados y desposeídos del chip identificador, no pueden ser usados de forma legal, así que aparece la delincuencia. «No es raro ver a personas que se pasean por los campos con los famosos visores, ven la liebre y sueltan a los galgos para que la corran. La mayoría de las veces, estos galgos son robados. Todo es ilegal y clandestino».
Lo peor es el destino de los animales que dejan de servir para las carreras, que se accidentan o que tienen algún problema. «Los galgueros llevamos la mala fama, pero los perros abandonados que se ven por el campo no son nuestros. Muchas veces nos los han robado y la gente se cree que están abandonados por sus dueños. Eso es falso», aseguró uno de los afectados. Si llegan a las protectoras, los animales llegan en mal estado. Aunque, como apuntó la protectora de Toro, no es habitual recibir galgos. «Esto nos hace pensar que los matan».