La Comisión de Roedores ha avalado esta semana la decisión de la Consejería de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural de mantener alerta a los agricultores para prevenir una posible plaga de topillos la próxima primavera, tal y como avisó el Observatorio de Plagas del Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León (Itacyl) el pasado mes de septiembre. La situación se antoja especialmente comprometida, por lo que refiere a la provincia de Zamora, en Tierra de Campos. De hecho, hace unas semanas ya eran los propios agricultores los que alertaban de la situación y aseguraban que «ya los vemos», en referencia a los roedores.
Este órgano científico-técnico, conformado por expertos de las Universidades de Burgos, León, Valladolid y Salamanca, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, la Dirección General de Patrimonio Natural y Política Forestal, la Dirección General de Salud Pública, la Dirección General de Producción Agrícola y Ganadera y el Observatorio de plagas y enfermedades agrícolas del Itacyl, se reunió el pasado miércoles para abordar este tema, ya que en la actualidad, los resultados del programa de seguimiento de las poblaciones que se lleva a cabo informan de que, por el momento, sigue existiendo una posible situación de riesgo de ocurrencia de incrementos poblacionales, por lo que es fundamental incidir en la prevención.
Así actúan los roedores
Los topillos normalmente llegan a un terreno en parejas. Hacen su nido, que puede verse por un agujero en el suelo, y ahí se establecen, comiendo lo que ven alrededor. El corro de pasto comido poco a poco se va ensanchando, a medida que la plaga aumenta. «Al poco tiempo hay otro agujero, luego otro… Yo he visto campos totalmente plagados de topillos», aseguraba en declaraciones a este periódico Antonio Rodríguez, presidente de UCCL Zamora.
Se trata de un animal «que come todo lo que se encuentra». «No es que se coma la espiga, es que come todo. Deja el campo como si no hubieras sembrado. Impresiona ver campos verdes y, en dos semanas, verlos arrasados».
Si el invierno viene suave, con precipitaciones y temperaturas no muy bajas, la plaga está «casi asegurada». Si viene más seco y frío, «algo se podría contener», aseguran desde UCCL.
«Factores favorecedores» a que aumente la población
La principal conclusión a la que ha llegado esta Comisión estriba en que, si bien aún los factores ambientales de lo que resta del invierno pueden modular este fenómeno, en previsión de que dichos factores puedan resultar finalmente favorecedores de estos repuntes poblacionales, se debe aconsejar e instar a los agricultores y el resto de agentes con competencia en el territorio agrícola que mantengan la vigilancia y ejecuten a la mayor brevedad las medidas fitosanitarias emitidas, aún consideradas como adecuadas mientras se mantenga la climatología invernal, los cultivos sembrados estén en parada vegetativa y las poblaciones de topillo no reinicien su actividad reproductora con la llegada de la primavera.
Entre estas recomendaciones, caben destacar, para su consideración por los agricultores, el laboreo del terreno para la destrucción de galerías y nidos del topillo, o la creación de bandas de seguridad, manteniendo al menos tres metros libres de vegetación en los bordes de las parcelas en cuyas linderas, regatos o cunetas adyacentes se detecte presencia de topillo.
En el caso de las alfalfas, uno de los cultivos en los que hay que permanecer más alerta, se debe mantener durante este periodo la cubierta vegetal lo más corta posible, siendo recomendable en los casos de alfalfas de dos o más años un pase somero de grada o rastra para la destrucción de las galerías superficiales. Esta última práctica debe realizarse a la mayor brevedad, puesto que puede realizarse únicamente durante el periodo de parada vegetativa invernal.