Coches, motos o quads, cualquier vehículo vale, hasta tractores: «No hablamos de carreras entendidas como desafíos, pero sí de mucha velocidad y de ruidos estrepitosos dentro del pueblo». El alcalde de Villanueva del Campo, Felipe Blanco, tiene claro que su localidad, de 778 habitantes, tiene un problema con el tráfico. Él mismo convive con esa realidad y recibe «las quejas generalizadas» de unos vecinos hartos de la situación.
Ya no es solo la travesía de la carretera Nacional 610, la que une Benavente con Palencia a través de la esquina noreste de la provincia de Zamora, también son las calles del interior del pueblo, algunas «encementadas, pero sin asfaltar», zonas estrechas en las que correr se convierte en un peligro particular.
Tal es la situación que el alcalde va a sacar de forma inminente un bando para «reclamar una conducción responsable», después de pedir ya la colaboración de la Comandancia de la Guardia Civil de Castroverde, la que le corresponde a este pueblo que, ya en los últimos tiempos, ha visto a las patrullas con mayor frecuencia como respuesta a esta demanda.
«Una amenaza real»
«Imagina cómo es una situación de este tipo todos los días. Hablamos de una amenaza real», subraya el alcalde, que indica que muchas de estas actitudes se perciben por la tarde, ya anocheciendo, o en horas en las que la oscuridad ya es total: «La gente tiene muy poco respeto y un día puede pasar cualquier desgracia», asevera Felipe Blanco.
El mandatario municipal explica que, en algunas vías, las curvas «forman ángulos y no se ve nada», pero por ahí también campan a sus anchas las personas que entran al pueblo con el coche como un elefante en una cacharrería. «Intentaremos que haya una solución», sostiene Blanco.
Lo cierto es que este caso no es único en el entorno. Otros pueblos de la zona también han alzado la voz y han contactado con la Guardia Civil para protestar por estos comportamientos incívicos: «Por lo que sé, hay casos más agudizados que el de Villanueva del Campo», desliza su alcalde.
Los carteles de «se vende» en la travesía
Más allá de los problemas con la velocidad, el tráfico que soporta la travesía de la N-610 también resulta ciertamente disuasorio para los vecinos. En un municipio que estrenó el siglo por encima del millar de vecinos y donde ya no quedan 800, esta parte de la localidad se ha llenado de carteles de «se vende» en las casas ubicadas al pie de la carretera, en una señal de lo que supone vivir al lado de los coches.