El pasado sábado, la Junta de Castilla y León anunció la puesta en marcha del proyecto «Minorsens», una iniciativa para la «valorización y caracterización de variedades minoritarias de vid por métodos clásicos y nuevas tecnologías en el espacio transfronterizo». Se trata de un proyecto multidisciplinar que aúna a universidades, centros de investigación, consejos reguladores y asociaciones de productores de Castilla y León y el Norte de Portugal (particularmente Tras os Montes), con un objetivo común: «recuperar y poner en valor variedades minoritarias de vid de esta región transfronteriza».
La Junta citó 21 tipologías identificadas hasta la fecha, sin mencionar las zonas concretas donde las había registrado. «De esa lista, afecta a algunos vinos de Arribes y ya hay alguno identificado», aclara, en declaraciones a Enfoque, el enólogo Javier Manzano. En concreto, el gerente de Vinos de Zamora se refiere a variedades como Bastardo, más conocida como Bastardillo Chico, que se encuentra en algún caldo mezclado con otras tipologías. Concretamente, en las bodegas Pascual Fernández.
Esta variedad tinta se une a otra de la misma familia como Rufete, que se está elaborando en el vino «1905», dentro del entorno de Fermoselle, mientras que la Jaén, «prima de la Mencia», también se encuentra en los Arribes: «Las más avanzadas de las 21 son Bruñal y Puesta en Cruz, porque ya hay plantaciones intensas y varios vinos en el mercado», especifica el enólogo.
De los vinos estandarizados a los particulares
Para Manzano, este es un proyecto de interés desde el punto de vista de que «el mercado y la prescripción exterior han puesto la vista en el país por sus variedades autóctonas y minoritarias». «Cuando España empezó a explorar su entrada en mercados globales, optó por vinos muy estandarizados. Se plantó Tempranillo en sitios donde no había, se apostó por el verdejo sin sentido y se propusieron Cabernet o Merlot como vinos globales», analiza el experto.
Aquella estrategia data de finales de los 80 y principios de los 90, la primera etapa de España como miembro de la Unión Europea: «En los últimos tiempos, los grandes prescriptores (Wine Advocate, Jancis Robinson, etc) han puesto el ojo en variedades endémicas y minoritarias. Casi todos los institutos de España similares al Itacyl están impulsando proyectos similares de recuperación y puesta en valor de variedades autóctonas», subraya Manzano, que asegura que, culturalmente, en Portugal «se ha conservado mejor ese patrimonio vitícola que aquí casi se había perdido atendiendo a criterios de moda o rentabilidad».
Desde la Junta aclaran que el llamado proyecto «Minorsens» aspira a tratar con variedades de alto interés vitivinícola por las características de sus uvas, «que muestran unos valores equilibrados de concentración de azúcares y ácidos orgánicos a final de su proceso de maduración». «Esto permite obtener vinos con niveles de alcohol moderados, con buena acidez y equilibrio en los parámetros de madurez fenólica», recalcan.
La aplicación de las tecnologías
Así, se elaborarán vinos monovarietales de las variedades estudiadas para caracterizar los mostos y vinos por métodos químicos tradicionales, pero, además, «se utilizarán novedosas técnicas de análisis basadas en nanosensores que permitirán obtener información avanzada sobre las variedades minoritarias: narices y lenguas electrónicas que podrán captar matices a los que no llegan los sentidos humanos y que supondrán un gran impacto, no sólo en el campo de la viticultura y la enología, sino también en el de los sensores tecnológicos».
«Minorsens» está pensado para «fomentar» el mantenimiento de la biodiversidad al valorizar las variedades minoritarias y aumentar su extensión territorial». Además, «el desarrollo del proyecto ayudará a la fijación de población del mundo rural donde se localizan las variedades minoritarias de la zona de cooperación».