En una esquina de la plaza de la Constitución, donde este año se ha ubicado un mercado navideño, hay un pequeño negocio que se sale de lo común. No es un típico puesto, como los demás, ni un bar al uso con sus mesas y sus sillas. En una pequeña furgoneta Beatriz ha conseguido meter un horno de piedra, una mesa, un mostrador, una nevera, una caja registradora y bastantes cosas más. Un espacio para la venta ambulante en pleno centro de Zamora.
Se trata de la pizzería «La Bandolera», puesta en marcha por esta emprendedora zamorana hace algo menos de dos años y que, poco a poco, va ganando la fama y el reconocimiento de los lugares que visita. La pizzería es un negocio ambulante. Aunque es una furgoneta, el puesto que ahora hay ubicado en el centro de Zamora no se puede conducir. Beatriz lo transporta con otra furgoneta más grande «por toda España», principalmente en verano, aunque ha aprovechado estas semanas para hacer parada en su tierra.
Beatriz trabajó durante siete años en la pizzería Cantarranas, en Valladolid, una de las más reconocidas de la ciudad vecina. Hasta que decidió establecerse por su cuenta y, ante la dificultad y el coste de alquilar un local, convirtió su idea de negocio en un negocio ambulante. Desde entonces se mueve por prácticamente todas las provincias, aprovechando los meses de buen tiempo y, principalmente, la celebración de festivales, donde «La Bandolera» hace su agosto.
«Es bonito pero agotador»
Ir de punta a punta de España «es muy bonito», asegura la emprendedora zamorana. «Conoces mucha gente, ves muchos sitios y es gratificante», añade, pero es también «un poco agotador», y obvia decir las razones. Beatriz duerme en la furgoneta muchas de las veces que viaja, y destina sus periplos, «fundamentalmente, a echar muchas horas aquí metida».
Pizzas finas con ingrediente secreto
Harina de trigo, levadura, agua, aceite de oliva y sal. ¿Y ya? «No, pero el resto es secreto». Beatriz defiende su receta de la masa, que después hace en un horno con base de piedra que carga en la propia furgoneta para que queden finas y crujientes. La variedad de ingredientes es también elevada, pues van desde los más típicos a otros que cuesta más imaginarse sobre una pizza, como el salmón.