Bermillo de Alba va camino de entrar en 2024 sin línea telefónica. Los vecinos ya llevan un mes desconectados tras el corte «discriminatorio», según lo califica el Ayuntamiento, al que les sometió Telefónica a finales de noviembre, y ni siquiera tienen una fecha concreta para la recuperación de este derecho reconocido por ley del que se están viendo privados. La cuestión es particularmente grave, habida cuenta de que, a la ausencia de fijo, hay que sumar la nula cobertura móvil en casi todo el pueblo.
Ahora, con Telefónica ausente después de cortar la línea de cobre sin que estuviese lista la alternativa de la fibra, la cosa depende de la instalación de Fibritel y de los permisos de Adamo, que es la compañía propietaria de la infraestructura. La primera empresa señala que todo está listo a la espera de que la segunda le dé el túnel de acceso para conectar el fijo. Mientras, los vecinos esperan sin entender por qué tanta demora.
A esa circunstancia se une que el común de los vecinos de Bermillo de Alba tenía contratada una tarifa estándar de Telefónica con la que pagaba 24 euros al mes, IVA incluido. Ahora, con la fibra, tendrán que incorporar Internet y aunque Fibritel ha ofrecido a los vecinos un primer año a diez euros mensuales, la cifra subirá hasta los 29 a partir del mes número 13. Más de lo que pagan ahora.
«Nos quieren barrer»
«Nos está pasando algo que es vergonzoso. Lo que ocurre aquí es que somos cuatro gatos y nos quieren barrer», aseguró, ya en los primeros días tras el corte, uno de los vecinos de la localidad, Laureano González, que camina hacia los 88 años, pero que tiene claro qué es lo que está sucediendo con Bermillo de Alba.
Conviene destacar, además, que este problema no es exclusivo de esta pedanía de Fonfría, sino que también lo están sufriendo los vecinos de San Vicente de la Cabeza, que arrastran desde hace unos diez días la misma situación con el teléfono fijo.
En este segundo caso, el alcalde, Fernando González, ha llegado a moverse incluso para denunciar a Telefónica por el corte, con la esperanza de que alguien pague por la desconexión, los dolores de cabeza y la indefensión que están sintiendo sus vecinos.