En junio de 2019, Francisco José Requejo era el hombre más buscado. Cada gesto, cada movimiento que hacía el entonces líder de Ciudadanos en la provincia generaba algún comentario y más de una conclusión sin fundamento. ¿Apoyaría al Partido Popular o a la suma de las izquierdas para gobernar la Diputación? Mientras el mundillo político zamorano hervía, él se dejaba ver por las casetas de San Pedro aparentemente relajado; enigmático, pero sin dar signos de preocupación.
Solo unos días antes, Requejo había acusado al líder del PP de Zamora, José María Barrios, de practicar «injerencias» en el proceso de elección de Ciudadanos para escoger a su diputado provincial, el que iba a tener la llave de la gobernabilidad en La Encarnación; el que tendría en su mano la opción de destronar a los populares por primera vez y de poner a las izquierdas al frente de la provincia. Esos supuestos intentos de influir habrían ido contra Requejo y a favor de su rival en la otra facción del partido naranja, Laudelina Santos. El protagonista de esta historia salvó el resultado por la mínima.
En esas, sin dar visos de nerviosismo ni de una particular simpatía por Barrios y los suyos, Requejo se plantó a unas horas de la decisión final sin filtrar qué iba a hacer; con presiones de todo tipo encima y con las dos alternativas planteándole sus ofertas. Inopinadamente, dadas sus declaraciones previas, rechazó el rojo y eligió el azul, pero puso el naranja por delante. Sería presidente. El PP acató el mal menor tras una negociación que tuvo como telón de fondo la de la Junta. La izquierda se quedó con la miel en los labios en los dos escenarios.
Estos días de junio del 19 marcaron la trayectoria política de un hombre que este martes renunció a sus cargos públicos diez meses después de pasar de los colores. En febrero de este año, había impulsado la creación de la marca Zamora Sí para lanzarse en solitario y sin ataduras hacia un futuro institucional que ahora se ve truncado por razones profesionales, pero que ya había quedado dañado en las urnas. Más por el capricho de la aritmética que por unos resultados malos. En realidad, todo lo contrario para un proyecto recién nacido.
Los comienzos
Pero toda esta aventura de Requejo en la política comenzó mucho antes, al abrigo del éxito de Ciudadanos en 2015. Por aquellas, José Antonio, su padre, tenía el control de la marca en la provincia, y desde ahí cogió vuelo Francisco José, como candidato a la Alcaldía de la capital. Los dos concejales que logró el partido le proporcionaron un acta de concejal y un altavoz. También más poder interno.
Desde el principio, Requejo quiso mostrarse como un político de centro moderno, capaz de llegar a acuerdos a ambos lados, con una fuerte vinculación con el sector empresarial, en particular con los emprendedores, y con una escasa ambición económica. Como ha hecho al irse, el ahora representante de Zamora Sí siempre dejó claro que tenía negocio al que volver, que sus ataduras no eran esas.
Subido a la ola encabezada a nivel nacional por Albert Rivera, al que nadie le auguraba el final que tuvo solo unos meses más tarde, Requejo repitió con dos concejales en 2019, ya con una posición de fortaleza interna, y sorteó todos los obstáculos hasta que entró una calurosa tarde de junio en el Parador, con pantalón granate, camisa blanca y Barrios al lado, para firmar su futuro por cuatro años: presidente con bastón, pero el mando de las áreas para el PP.
La gestión y el COVID
En las primeras semanas de su mandato, Requejo insistió en la pertinencia de «abrir las ventanas», fue dejando algún recado a sus socios y se esforzó por marcar perfil propio contra quienes le acusaban de traicionar la palabra cambio. El PP le dejó hacer de puertas hacia fuera, pendiente de dotar de estabilidad a un pacto que se fue naturalizando con el paso del tiempo, hasta que el COVID se lo llevó todo por delante.
Cuando el virus entró, nadie se acordaba de los pequeños problemas sin importancia de junio del 19. Todo giró en torno a eso durante meses y, en cierto modo, puso peso sobre las alas de un presidente empeñado en convertirse en valedor de algunas causas: particularmente la de la «silver economy», la biorrefinería de Barcial del Barco, el impulso a Ifeza, el apoyo a los productores de la tierra o, más tarde, la organización de una feria internacional del queso.
Sin duda, Fromago fue su gran hito como presidente de la institución. La biorrefinería se atascó en batallas legales, el parque tecnológico «silver» será otra cosa diferente a la que él planteó y lo de Ifeza merece capítulo aparte. Pero la feria del queso tiene poca discusión: arrasó. El nuevo equipo de la Diputación cambiará algunas cosas pero, en esencia, su legado permanecerá ahí cuando se inaugure la segunda edición en 2024.
Las reivindicaciones
Antes de regresar a lo de Ifeza, conviene destacar también que Requejo fue un presidente de la Diputación bastante reivindicativo con otras administraciones y en según qué problemas; los que él entendía que merecían su implicación. No tanto la sanidad o las quejas de los pueblos del embalse de Ricobayo en 2021, pero sí el tren madrugador, la Obligación de Servicio Público, los incendios o la fiscalidad diferenciada.
En 2022, Requejo fue muy crítico con la Junta por la gestión de los fuegos y por la actitud de los responsables zamoranos en el desarrollo de los incendios y en los desalojos que condujeron a decenas de personas a dormir en el recinto ferial. Meses más tarde, en noviembre, capitaneó una manifestación que se podría considerar exitosa para reclamar que Zamora entrara en las ayudas al funcionamiento concedidas a Soria, Teruel y Cuenca. La petición cayó en saco roto.
Camino a la salida
Para entonces, ya se iba acercando el final: el suyo como presidente y el de Ciudadanos como partido. Las dudas se cernían sobre su futuro político. En Navidad, Requejo anunció que no se presentaría por el partido naranja en mayo de 2023. Jesús María Prada le tentó para el PP, pero Zamora Sí ya estaba en un avanzado estado de gestación y, además, su relación con los populares había dejado de ser tan fluida como en los mejores tiempos.
En febrero, llegó el anuncio: nueva aventura política; otra herramienta para concurrir a las elecciones. Esta vez, Requejo apostaba por una vía provincialista, asociada a la imagen de hombre batallador que había pretendido forjar durante su periodo de sobreexposición en la presidencia de la Diputación. Le acompañaron todas sus personas de confianza en Ciudadanos. Quedaban tres meses para votar y él decidió retener el acta y continuar su labor como mandatario no adscrito.
En esas, conviene volver a Ifeza, al festival Zamora es única, con Marta Sánchez, Abraham Mateo, Leo Rizzi o Vicco en el cartel, gratuito para la gente y vendido como un evento para «reconocer la valía de los zamoranos». Las acusaciones de electoralismo proliferaron: hacia afuera, desde la oposición; y por los pasillos, entre sus compañeros del PP en el equipo de Gobierno. Aquella gala y toda la gestión final del recinto ferial aún suscitan críticas por parte de sus sucesores.
Buen resultado sin influencia
Pero, por aquellas, Requejo y Zamora Sí iban lanzados. El partido logró decenas de candidaturas en el medio rural, se afanó por venderse como alternativa para el gran municipio y estiró la imagen del provincialismo contra los grandes partidos. Le fue bien: dos concejales en la ciudad y más de cien en los pueblos; también un asiento en La Encarnación. Pero IU y PSOE sumaron en la capital y el PP recuperó la mayoría absoluta en la Diputación. No era posible influir.
A pesar de ello, Requejo decidió continuar en la oposición dentro de la casa en la que había sido presidente, aprovechando el acta del Ayuntamiento. Ha durado seis meses. Sus obligaciones profesionales, ese «lugar al que volver», le obligan a dejarlo, aunque él mismo admite que puede ser un paréntesis. Que nadie le pierda de vista en 2027.