El futuro del proyecto político de Podemos se ha vuelto una incógnita. El nuevo ciclo electoral sitúa a Sumar en el papel protagonista entre las fuerzas a la izquierda del PSOE y deja de lado a una formación morada que ha decidido desligarse del proyecto de Yolanda Díaz para emprender un camino en solitario. Las exministras Ione Belarra e Irene Montero agitan ahora la bandera que en su día sostuvo Pablo Iglesias, pero lo hacen desde la certeza de que el asalto a los cielos no es hoy un objetivo realista. Toca una fase de supervivencia.
Con ese marco nacional como telón de fondo, las estructuras provinciales sobreviven como pueden. Ocurre siempre: las militancias se multiplican cuando la marca apunta alto y se reducen al llegar las vacas flacas. Aun así, en Zamora, las fuentes internas consultadas aseguran que la llama del partido sigue encendida: «Rondamos los 30 miembros, somos los que somos, pero nuestra gente es muy rocosa», apuntan.
De hecho, las citadas fuentes aseguran que, en este proceso de ruptura con Sumar y de salida de algunas figuras que habían representado a Podemos en territorios con mucho peso, «no ha habido ni la más mínima crítica» a la estrategia trazada por Belarra y su equipo: «Estamos a muerte con al dirección nacional», advierten desde una estructura provincial que trabaja, además, en un contexto particularmente complejo.
La tierra de Izquierda Unida
No en vano, Zamora es la tierra de la mayoría absoluta de Izquierda Unida. Podemos sacó 79 votos en la capital en las últimas elecciones municipales y tampoco consiguió representante alguno en otros ayuntamientos de la provincia. Las propuestas autonómicas y nacionales también se quedaron lejos del asiento en los procesos recientes, por lo que la batalla de la militancia morada aquí ha de ser extrainstitucional.
Ya no son los tiempos en los que el partido soñó con rascar uno de los tres diputados nacionales que pone en juego la circunscripción, tras lograr un procurador en las Cortes por la provincia. Ahora, lo más cercano a un representante de Podemos Zamora es el leonés Pablo Fernández en el Parlamento autonómico. Visto con los ojos actuales, casi parece un milagro que retuviera el escaño en 2022, dado el escenario político que se dibuja.
Con este panorama, Podemos Zamora celebrará el viernes una asamblea para plantearse su nueva hoja de ruta y ver cómo puede fortalecer el partido: «La cosa está complicada, porque no tenemos mucha gente joven y estamos hartos de dar la cara. Esto agota, aunque no estés en primera línea», apuntan las fuentes consultadas, que aceptan que «el espacio ha ido decayendo».
Las Europeas
Ante este escenario, las Elecciones Europeas de 2024 aparecen en el horizonte como uno de los estímulos a los que agarrarse para una militancia que es consciente de que el proceso comunitario se desarrolla en una circunscripción única a nivel nacional y que, por tanto, las papeletas de Zamora contarán para el saco común de la candidatura que escoja Podemos para todo el país.
«La implantación del partido en la sociedad zamorana es baja, pero pensamos que podemos recoger votos para las Europeas», avisan desde la formación morada. No hay confirmación oficial, pero todo apunta a que la organización dará forma a una candidatura fuerte para tratar de agarrarse a las instituciones comunitarias como un salvavidas.
Para Podemos Zamora, ese ejercicio de resistencia resulta pertinente: «Somos una herramienta necesaria, aunque hayamos cometido errores», defienden desde el partido con un espíritu «numantino». La tendencia indica el camino hacia la irrelevancia, pero la militancia que aguanta está dispuesta a pelear hasta el final por evitar ese destino.