Cantona, choto, pichicas, pichulina, tacatá, chupa ligas, pastrana… Y así hasta cuatrocientos. Fermoselle ha decidido decorar la Navidad del pueblo con los motes de los vecinos de la localidad, una original iniciativa que ha cristalizado con la creación de un árbol ya instalado en la Plaza Mayor de la localidad y coronado con un gran corazón en el que, por un lado, puede leerse «Fermosellanos» y por el otro «Follacos«, como se conoce a los habitantes del pueblo.
Aurora Cortés explica que la idea nace de las mujeres voluntarias de la Asociación de Fermoselle, que querían hacer un árbol «distinto» y que «tuviera algo nuestro». Cuenta con 400 corazones bordados con los motes de los vecinos del pueblo, bordados a lo largo de tres semanas con telas recicladas de muestrarios de antiguas tiendas de la localidad. Entre hilos, agujas, el traqueteo de las máquinas de coser y una amena conversación, las mujeres de Fermoselle han conseguido que la localidad luzca, este año, más que original.
Porque claro, hablar de motes da para muchas conversaciones y chascarrillos, y a ello se prestaba la actividad. Motes curiosos, como «marisiega, que se quedaba atrás segando y le decían Mari, siega». O «el del forastero que dijo, de mí poca leche van a sacar en cuanto a motes, y se quedó como el tío Pocaleche». Anécdotas y risas han protagonizado las tardes de un grupo de amigas con edades y gustos dispares pero unidas por un objetivo común.