La derrota de este miércoles frente al Alcobendas (22-26) ha puesto al Balonmano Zamora en una situación crítica. El partido en casa ante los madrileños aparecía como una oportunidad para engancharse a la pelea por la permanencia y para situarse solamente a un punto de este rival en concreto, pero el resultado ha dejado al conjunto pistacho en la última posición, lejos de las plazas de salvación y envuelto en una maraña de problemas difícil de desenredar.
Los hombres de Diego Soto marchan ahora con 4 puntos de los 24 posibles y se encuentran a 5 de las posiciones que dan derecho a continuar en la División de Honor Plata. Es decir, a una distancia de dos victorias y un empate. Los dos próximos compromisos, contra los cuadros de Ibiza y de Mallorca, que pelean por los mismos objetivos que los zamoranos, resultarán decisivos para medir las opciones del equipo.
Por el momento, lo que es evidente es que los precedentes no invitan al optimismo. Con cuatro puntos o menos a estas alturas de la campaña, el descenso fue un destino inevitable para los equipos que se vieron en ese escenario en la División de Honor Plata del grupo único, un formato que se ha recuperado esta temporada después de tres campañas de competición con dos conferencias.
Los casos anteriores
Palma del Río y Ereintza (2013-2014), Algemesí (2014-2015), La Roca (2015-2016), Tolosa (2016-2017) o Lanzarote (2017-2018) se vieron en esa tesitura a lo largo de los años sin ser capaces de recuperar la distancia perdida en la primera fase de la campaña. En la 2018-2019, ningún equipo llevaba una puntuación tan baja como el Balonmano Zamora en esta ocasión.
Además, la inercia no es precisamente positiva para un equipo que suele estar muy lejos de sumar lejos del Ángel Nieto y que no está logrando hacerse fuerte en casa, ni siquiera ante los equipos de la parte baja o media-baja. Está por ver si el club opta por reforzar la plantilla para evitar el destino de la Primera Nacional que ya eludió en los despachos este verano, pero el panorama no es precisamente halagüeño.
Esta realidad se impone justo en la temporada en la que se cumplen 10 años del primer ascenso a la Liga Asobal, un hito en la historia del club del que aún quedan algunos supervivientes en la plantilla, pero que queda ahora muy lejos para un Balonmano Zamora que tendrá que protagonizar una reacción inédita para resistir en la segunda categoría.